ESTAMOS perdiendo las costumbres tradicionales de toda la vida. Esto crea desasosiego e incertidumbres. Antes las rebajas de enero se aguardaban con entusiasmo. Empezaban el día 7, con las colas en busca de las gangas. Esas señoras que incluso se empujaban en la puerta de El Corte Inglés para lanzarse en tromba hacia la primera planta. Puede que en otros tiempos incluso se formaran colas en la puerta de Simago y de Soriano, ya no lo recuerdo. También había rebajas en El Piojito, y a veces incluso se inundaba en aquellos lunes junto al estadio Carranza. Eran otros tiempos. Ahora, por el contrario, estamos profetizando el fin de las rebajas.

Como diría el director general de Tráfico, Gregorio Serrano, tenemos Internet, que es una maravilla, y no sólo en Sevilla. También desde Cádiz puedes comprar en Amazon, que nadie sabe dónde tiene la tienda, pero te lo sirve a domicilio, como si en vez de un abrigo te hubieras comprado una pizza. Y otras plataformas, que están acabando con el comercio de toda la vida. Siempre nos quedará el alcalde de Cádiz, José María González, que es cliente de Eutimio, según dijo, y prefiere los centros comerciales abiertos e iluminados razonablemente. Yo ahí le doy la razón, pues no es lo mismo probarte la chaqueta, y que te recojan un dedo, que recibir un paquete en plan sorpresa. Pero el futuro es eso: el paquete.

No sólo está la competencia de Internet y la entrega a domicilio, sino que las rebajas van a lo loco. ¿Cuándo empiezan? ¿Cuándo acaban? Según se publicó, los Reyes Magos abastecieron un 30% de sus compras de ropa en las rebajas… del Black Friday. Dicen que es mejor, porque después los Reyes Magos se olvidan de lo que compraron en noviembre y lo vuelven a comprar, ni que fueran tontos los Reyes Magos. Pero la verdad es que ahora ya no se espera hasta después de la Pestiñada, cuando algunos comercios aparecen medio desabastecidos.

A pesar de todo, las estadísticas dicen que un porcentaje amplio de contratos del comercio se hacen para la campaña navideña y que algunos siguen hasta las rebajas. Quedan generaciones que no se acostumbran a comprar por Internet, y necesitan la dependienta que les diga: “Señora, ¿en qué le puedo ayudar?”. No se dan cuenta de que quien le ayuda es la señora a ella, porque aún quedan señoras que van a las tiendas como siempre se ha ido, a tocar, a mirar, a probarse y a no llevarse nada, que esa es otra.

Deberían crear una plataforma para que no derriben las rebajas. Aunque sea una plataforma digital.

José Joaquín León