ESTE temporal de lluvia y viento ha venido con muy malos modos. Decía Miguel Villanueva: “¡Anda que si llegan a poner el Carnaval con fechas fijas en el puente del 28 de febrero!”. Se hubiera lucido María Romay. Nos hubiéramos quedado sin Carnaval en la calle, pero ese no es el argumento, sino que las fechas son las suyas. Porque un año puede pasar que el puente del 28 de febrero sea magnífico, con sol espléndido, y los chiringuitos de invierno no se inunden como si fueran el Titanic, ni el Puente Canal se quede sin defensa. Las olas no respetan ni que estamos en Carnaval. Bueno, ya no estamos, pero algunos siguen todo el año, sin fechas fijas.

El Puente Canal fue bautizado por algunos (con aguas de la Caleta, naturalmente) como el tercer puente de Cádiz. Recuerdo que en el Carnaval de 2015, cuando en Onda Cádiz incluían un sinfín de anuncios del Nuevo Puente de Cádiz (con preciosas vistas aéreas inclusive), en Canal Sur TV aparecían unas imágenes del Puente Canal, a modo de broma que se les ocurrió. Así empezó aquel año y terminó con Kichi de alcalde. Para que vean. Ahora lo que se ha visto es que podemos, que podemos quedarnos hasta sin Puente Canal. Y yo añadiría que también sin el Castillo de San Sebastián.

Ese paseo del espigón, que se le dedicó a Fernando Quiñones, está sin defensas en caso de maremotos y temporales bravos. El paseo está bien dedicado a Quiñones. En otros tiempos, por las noches, paseaban por allí las parejitas (yo mismo he ido alguna vez) y aquello parecía como Las mil noches de Hortensia Romero. Pero el Puente Canal es un patrimonio de la Humanidad pendiente de ser declarado, y se debe buscar el general consenso institucional con Costas, el Ayuntamiento y la Junta para que se quede como nuevo antes del verano, cuando principalmente se utiliza.

Inquietante me ha parecido lo del Castillo de San Sebastián, que ha debido soportar esas olas de siete metros. No son nuevas en Cádiz. Las antiguas crónicas refieren los gigantescos socavones que formaban los temporales en el Campo del Sur. A veces había que trasladar a los presos de la Casa de Iberoamérica, digo de la Cárcel Real, hasta el Castillo de Santa Catalina, que era un presidio militar muy afamado. Cádiz ha cambiado bastante en los penúltimos años. En los últimos, por el contrario, apenas ha cambiado con el cambio.

Y eso es lo peor, que el pobre Puente Canal se nos venga abajo y que el Castillo de San Sebastián también se hunda. Puede que no llegue ni hasta el próximo temporal.

José Joaquín León