CUANDO suenen las tres campanadas de la Madrugada, la cruz de guía del Perdón estará entrando en la Catedral. Vuelve el Perdón a las calles de Cádiz. Pero no lo hará con su horario tradicional, sino ajustado a las circunstancias. No son las mejores, precisamente, para esta cofradía, que por ese experimento de cambiar por cambiar (sin saber si es a mejor, o a peor) pasará dos veces por la calle Nueva y la plaza de San Juan de Dios, como si fuera un circuito, y estará en las calles más de nueve horas. Una Madrugada en la que aparece en las listas oficiales como única cofradía, aunque hay tres más del Jueves Santo (Nazareno, Medinaceli y Descendimiento) que entrarán cerca del alba.

Aparte de esas cuestiones técnicas, difíciles de explicar y entender, vuelve el Perdón. Se salva lo esencial, lo que es imprescindible. Los penitentes que acompañarán al imponente Crucificado que talló Luis Ortega Bru y a la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos podrán cumplir la estación de penitencia. Las cofradías se fundaron para eso, para salir con sus pasos a las calles, para exponer un testimonio de fe, para que quienes tienen el sentir tibio o no lo tienen contemplen con sus ojos. Algunos llaman a eso evangelizar. Probablemente no llegue a tanto, pero sólo con que alguien se convierta ya merece la pena el esfuerzo.

El esfuerzo en Cádiz es superior a lo normal, porque las estaciones de penitencia son lentas y pesadas, sufren parones insoportables e injustificados, y se consideran cosa de chavales y jóvenes, cuando no era y no debe ser así. Las estaciones de penitencia son para todos los hermanos que puedan salir y que estén en condiciones de vestir el hábito en su cofradía. Penitentes de sillas y palcos se acomodan a las excusas. Pero, en la Madrugada, la Semana Santa gaditana se ha convertido en un prodigio, por lo difícil que resulta salir con normalidad.

El Perdón es una de las mejores cofradías de Cádiz, en cuanto a la valía artística de sus imágenes y pasos. Todas no son iguales; ese es uno de los errores principales. Todas son respetables y merecen elogios, y deben ser apoyadas. Pero hay diferencias, que las ve cualquiera que tenga ojos. El Perdón afronta este año un horario y un itinerario que parecen puestos como castigo, y aunque no es así, hay que resaltar su esfuerzo.

El Perdón es perdonar, y volver a perdonar setenta veces siete. El Perdón son los brazos abiertos de Cristo, que rompe en reflejos la oscuridad del mar en el Campo del Sur. El Perdón perdona siempre, a manos llenas, a quienes no saben lo que hacen.

José Joaquín León