ESA exposición que han organizado para la integración del Puerto en la Ciudad de Cádiz (¿o al revés?) me recuerda a los inventos del tebeo. Sólo ha faltado un proyecto pinturero del profesor Franz de Copenhague. Ahí creo que se ha equivocado José Luis Blanco, presidente de la Autoridad Portuaria, porque los certámenes de ideas crean frustración entre los perdedores, y todos los participantes piensan que su proyecto es el mejor, y saben más que los otros, aunque no tengan ni idea. Aquí se ha abierto mucho el abanico de las ideas, con el problema de que al final se pueden tragar el abanico, porque se han dispersado. Además de que la buena gente inexperta en urbanismo los puede ver, y obtiene sus conclusiones.

Aunque sea impopular, esos asuntos es mejor resolverlos a dedo, una vez que sepan lo que quieren hacer, si es que lo saben. Cuando aquello de la Plaza del Mar, que se le ocurrió a Rafael Román, siendo portavoz municipal del PSOE, se lo encargó directamente a González Fustegueras. Si van a lo grandioso, se lo pueden pedir a un prestigioso estudio internacional como el de Norman Foster. O al que se le adjudica casi todo en Andalucía, a Guillermo Vázquez Consuegra, autor de la Torre Tavira segunda, más conocida como El Pirulí. O a un arquitecto gaditano, si le quieren dar oportunidades a la cantera y que haya heridos.

En la jornada que organizaron con este motivo, y en las declaraciones posteriores que hemos oído, se apreció que existe división de opiniones. Por buscar puntos de encuentro, los tres escenarios previstos (A, B y C, así de original) coinciden en incluir hoteles. Verdaderamente admirable es el escenario C, que incluye dos o tres hoteles, además de un museo, un parque tecnológico y un barrio nuevo con viviendas. El escenario B incluye un parque temático de Carnaval (otra originalidad) y hoteles al estilo de Las Vegas, además de un auditorio y más cosas. El escenario A parece más modesto, sólo con hoteles, instalaciones deportivas y una exposición de barcos.

Aparte de que los hoteles se despachen sueltos o por docenas, aquí la cuestión más sensible está en las viviendas. Se habla de remodelar el barrio de las Tres Carabelas, que desde su creación se ha llamado de San Carlos. Son palabras mayores. No es novedad, desde la plaza de España en adelante todo es terreno conquistado. Pero hay que establecer con sutileza las diferencias entre los proyectos viables y las ocurrencias. Esta exposición causa perplejidad, si bien se debe reconocer que es divertida.

José Joaquín León