NI yo soy san Pablo, ni vosotros sois los corintios. Pero llegado el Nuevo Año procede reconocer que por la voluntad de Dios estáis llamados a ser santos. Y por el camino que vais (que no es el de Damasco con los bombardeos) parece improbable que os caigáis del caballo, a pesar de que ya os habéis estrellado con las cláusulas suelo. Por ahí quería empezar, ya que se ha publicado que os va a costar el 25% de los beneficios, lo que significa que aún os quedará un 75%, que tampoco está tan mal. Recordad lo del rico, el camello y la aguja. Así, más ligeritos de equipaje, vais a tener un 25% más de posibilidades de pasar.

Hermanos, no lloréis por perder el suelo. Pensad que es más duro perder el cielo. No seáis cortoplacistas, como dicen en las tertulias económicas, tened altura de miras. Recordad que estamos saliendo de una crisis en la que os habéis comportado mal. La cosa empezó en EEUU, con las hipotecas basura de Lehman Brothers, o eso dijeron. En esos repartos, vosotros siempre os quedáis con la mejor parte y con un montón de pisos. Y la buena gente paga las culpas.

Cuando eras un niño, te portabas como un niño. Por eso se dijo que el Reino era de los niños. Nunca se dijo que fuera de los banqueros. De mayores habéis sido peores, porque los desahuciados y los parados también tienen niños; y los comedores sociales de Cáritas se abarrotaron hasta de pobres con corbatas de Gucci, algunos de los cuales tenían una cara de empleados de la banca que no se podía aguantar.

Pensad bien: ¿qué os interesa más? Hay que elegir entre patrocinar a los partidos del Ibex 35 para que le vayan dando a Podemos; o seguir alimentando a Podemos, cuando tenéis una oportunidad espléndida de liquidarlos, ahora que están discutiendo entre Pablo y el otro. Banqueros, sed prudentes, hay que elegir entre más clase media o más ruina. A vosotros os interesa más clase media. Porque con menos clase media habrá más indignados y más populistas y más buena gente protestando. Y, para colmo, os vais a condenar, que es lo peor. Os lo repito: entre el cielo o el suelo, elegid.

De la carta a los corintios siempre se recuerda esto: “El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Esto se lee mucho en las bodas. Es bonito, queda mono, pero no se tiene en cuenta. ¿Alguien ha visto alguna vez un banquero con amor a algo que no sea el dinero? Pues sí, alguno habrá. A ver si se arrepienten los demás, y en 2017 pasáis todos por el ojo de la aguja, en vez de comprar la aguja.

José Joaquín León