EN pleno berenjenal catalán, ha muerto Montserrat Caballé. De ella se está diciendo que fue la gran soprano de su tiempo, la única que le disputó la primacía de ser la mejor del siglo XX a María Callas. Ella también popularizó la ópera entre unas clases sociales ajenas a esa burguesía catalana que llenaba el Liceu en los tiempos de Franco, cuando debutó. Ella tenía una voz irrepetible, que era como de claridad y soledad sonora, se podría seguir parafraseando a San Juan de la Cruz, como un cántico que llegaba de cielos muy remotos. Y ella fue un ejemplo para la Cataluña de hoy, porque era catalana y española. Nunca se avergonzó.

María de Montserrat Bibiana Concepción Caballé i Folch tenía apellidos que ya delataban un pedigrí catalán de pura cepa. La señora Caballé, como Juan Antonio Samaranch, o Josep Tarradellas, y hasta el Jordi Pujol de los primeros años de la democracia, eran catalanes con seny, como Cambó el viejo. Montserrat nunca renegó de su catalanidad, pero también se sentía española. Y lo era. Pues aunque ahora parezca imposible, se puede ser catalán y español. Con dignidad y sin volverse loco. Por ejemplo, como la Caballé.

Su nombre de Montserrat evoca a la Moreneta. En otros tiempos, antes de los abades independentistas, la Virgen de Montserrat fue una de las grandes devociones marianas españolas, no sólo de Cataluña. Los catalanes que emigraron a otras regiones (también los hubo) y muchos españoles compartieron esa devoción. En Sevilla existe una cofradía de Semana Santa que tiene por titular a la Virgen de Montserrat. Lo recuerdo porque la catalanofobia ha sido fomentada por el odio a España de unos y por el odio a Cataluña de otros. Pero no es la solución, sino parte del problema.

Cataluña sólo será posible en España si además de vencer se les puede convencer. Imponer sin convencer genera agravios. La aplicación del 155 es necesaria, pero sólo con eso no se consigue nada. Ya se ha visto. Hace falta recuperar el seny. Hace falta que los catalanes recuerden el ejemplo de personas como Montserrat Caballé. Sin olvidar los negativo. Porque los problemas de parte de la burguesía catalana con Hacienda (y las derivaciones hacia Andorra), son la cara b sucia del conflicto. El España nos roba se ha aplicado en su beneficio. Quizá no por la Caballé, personalmente, sino por asesores que se pasaron de listos.

Recordemos a Montserrat como lo que fue: la última gran diva, pero también la voz eterna de Cataluña y España.

José Joaquín León