HEMOS llegado al día de las elecciones andaluzas con la gente distraída. Y ha pasado desapercibido que el Gobierno de Pedro Sánchez le ha dado otro bocado de 3.000 euros a la hucha de las pensiones para las pagas de Navidad. Además de que el Consejo de Ministros aprobó un préstamo de 6.330 millones de euros a la Tesorería General de la Seguridad Social, que está más tiesa que una mojama al sol. Todo eso implica que la hucha se está vaciando. Quedan 5.043 millones, que parecen muchos, pero son pocos para las pensiones. Sólo en diciembre, con las dos pagas, la Seguridad Social debe desembolsar 18.321 millones de euros. Así que la hucha se la pueden fundir con la extraordinaria del próximo verano.

Una vez que pasen las elecciones andaluzas, se debería hablar de pensiones con criterio amplio. No depende de quienes gobiernen. El sistema ya no resiste. Han cambiado aspectos básicos que condicionan la pirámide de población: el aumento de la esperanza de vida y el descenso de natalidad. Algunos ilusos creen que las pensiones se solucionan con otro impuesto a los bancos, a los que Pablo Iglesias confunde con la Cáritas del capitalismo. Pero el sistema será inviable sin medidas tan necesarias como impopulares. Entre ellas, alargar la edad de jubilación a los 70 años. Piensen que los obispos se jubilan a los 75 y no protestan.

La hucha de las pensiones ha salvado los muebles cuando en Bruselas apretaban. En Grecia recortaron las pensiones 13 veces en siete años, con capitalistas y con anticapitalistas. En España, a pesar de tanta alegría que se propaga, la crisis no ha terminado para los pensionistas. El sistema es inviable, por la elemental razón de que hay más gastos que ingresos. Es una ruina técnica. En 2012, retiraron de la hucha 7.003 millones de euros. Desde entonces, en los años más duros, fue subiendo hasta los 20.136 millones de 2016. En 2017, ya con la mejoría económica, bajó a 7.100 millones. Pero queda poco. La hucha se llenó en los años del boom del ladrillo y la especulación capitalista, todo hay que decirlo.

Un pacto de Estado para garantizar las pensiones es imprescindible. A corto plazo. No hay que enviar pensionistas a las calles para que protesten, sino dinero a la hucha que están vaciando. En caso contrario, el futuro será de las huchas, pero como las del Domund, aquellas de los negritos, los indios, los chinitos y demás. Porque habrá que pedir limosna por las calles si no se aborda este asunto con racionalidad y sin demagogias políticas.

José Joaquín León