UNA de las curiosidades del verano político ha sido la propuesta de coalición España Suma. Es una idea coherente para unir las fuerzas del PP y Ciudadanos, que han demostrado en Andalucía sus posibilidades de formar un gobierno estable, sin grandes diferencias ideológicas. Aglutinan claramente el espectro del centro y la derecha, a los liberales y a los conservadores. El centro derecha sólo ha sido fuerte en la España democrática cuando ese voto se ha unido. Sucedió en los mejores tiempos de José María Aznar y de Mariano Rajoy. Manuel Fraga lo consiguió en Galicia (por las singularidades y por su paisanaje), pero no en el resto de España. Sin embargo, la propuesta de integrar a Vox en España Suma sería un error gravísimo, que se la cargaría por completo.

En agosto, algunos políticos del PP estaban de vacaciones, y otros parece que se despistaron. Pablo Casado se ha mentalizado para ser el líder de la oposición. Es sorprendente que tanto él como Albert Rivera se conformen con disputarse el rol de jefe de los perdedores. Están dando por supuesto que el PSOE seguirá gobernando con Pedro Sánchez, lo que parece probable. Tanto si hay un acuerdo de última hora en septiembre, como si convoca elecciones en noviembre, como si las retrasa al primer semestre de 2020, que es la máxima duración que alcanzaría un Gobierno del PSOE con el apoyo de la ultraizquierda y los independentistas. Sin embargo, ni Casado ni Rivera están actuando para cuajar una alternativa con opciones de ganar.

En esa alternativa de España Suma se deberían integrar el PP, Ciudadanos e incluso partidos regionalistas de ideología afín al centro derecha democrático, como Coalición Canaria, Unión del Pueblo Navarro y otros de poca monta. Sin embargo, situar ahí a Vox sería un error. Espantarían a decenas de miles de votantes del centro, que se pasarían a la abstención, o incluso al PSOE (si Pedro Sánchez se pone la piel de cordero). El ideario de Vox, aunque respete la Constitución, aspira a reformarla y recupera criterios añejos que no son compatibles con las ideas defendidas por el centro y la derecha en España durante los últimos 40 años. Es decir, para integrarse, Vox debería renunciar a una parte de sus principios.

Por lo cual tampoco le conviene a Vox estar en España Suma. Se quedarían descafeinados,  perderían los votos de los cabreados que ya han conseguido. Vox y Podemos son útiles en la periferia del sistema, pero inconvenientes para coaliciones junto a PP, Ciudadanos o PSOE, que no pueden gobernar sin asumir la centralidad y la moderación que aportan las mayorías.

José Joaquín León