LO peor de Franco no es que hayan trasladado sus restos, sino que su fantasma sigue vivo, dando vueltas por ahí. La guerra no ha terminado, aunque lo anunciaron en 1939. A la guerra le siguen dando carrete, y la intenta ganar la izquierda con su relato a la carta, que le aporta una superioridad moral para buscar votos. No tenemos un Gobierno estable por culpa de la Guerra Civil. Las dos Españas se reconciliaron cuando acordaron la Constitución, y firmaron los pactos de la Moncloa y esas cosas que hacían en los tiempos de la Transición, pero después se distanciaron. La Guerra Civil sólo se terminará el día que el PP y el PSOE gobiernen juntos en España. O sea, nunca.

La izquierda y la derecha ya suena viejo en algunos países de Europa. En la España de Franco, la izquierda y la derecha sonaban a la Yenka, que la compusieron en 1964 dos hermanos holandeses residentes en Barcelona, Johnny & Charley, aunque después la retomaron Enrique y Ana, ese dúo repelente. La izquierda y la derecha muestran la doble función que puede tener una persona. Pero se ve como algo antagónico, digamos que excluyente, en vez de complementario. No sucede como en el taoísmo, donde el yin y el yang son los opuestos que se fusionan para alcanzar la perfección. Lo uno sin lo otro está incompleto. Pero, en España, cuando Messi o un delantero zurdo marca un gol con la derecha, se comenta que lo ha logrado con su pierna “mala”.

Todavía hay nostálgicos que nos hacen creer que estamos eligiendo entre el Frente Popular de los socialistas y los comunistas contra las derechas cavernícolas y los golpistas en general. En Europa es diferente. En Francia, los socialistas y los comunistas están por los suelos, y la derecha se ha devorado a sí misma, mientras emergían los ultras de Marine Le Pen. Así que inventaron a Emmanuel Macron, que se educó con los jesuitas, y fue ministro socialista con Valls, y se casó con una señora que fue su profesora en el colegio, y en 2016 dijo que ya no era socialista sino que creó una cosa llamada ¡En marcha!, con la que llegó a presidente.

Aquí inventaron la nueva política, con Ciudadanos y Podemos. Albert Rivera y Pablo Iglesias sólo han servido para apuntalar a la derecha y a la izquierda. Ya no interesan. Ahora el PSOE está encumbrando a Vox, para extremar a la derecha. Y así seguimos: paseando una momia en helicóptero, con barricadas en Cataluña, sin bajar el paro, sin hucha de las pensiones, y votando cada seis meses. Con dos bloques que discuten por el pasado y no miran al futuro.

José Joaquín León