LO ha vuelto a hacer. En el debate de investidura de las vísperas de los Reyes Magos, el candidato Pedro Sánchez dijo que el problema de Cataluña es una situación heredada de los tiempos de Rajoy. Bueno, incluso de antes, pudo decir. Porque Francesc Macià fundó Estat Catalá (que defendía una insurrección) el 18 de julio de 1922. Y ya hubo una sublevación en 1640, con Felipe IV. En el siglo XIX, había políticos que pedían sin disimulos la república catalana. No lo ha inventado Quim Torra, ni Carles Puigdemont, ni Artur Mas, que se pusieron farrucos cada uno en su momento, y ahí siguen, con permiso de unos tribunales sí y de otros no.

Así que Pedro Sánchez dijo lo mismo que le escuchamos a Puigdemont: “Ha llegado el momento del diálogo y de superar la judicialización del conflicto”. Que es tanto como asumir el “Vivimos ocupados”, y olvidar las leyes del Estado de Derecho. Pedro ha puesto el debate en el día adecuado y debió presentarse disfrazado de Cartero Real, o de Heraldo de la Ilusión. Llegó para decir a todos lo que quieren escuchar. Y, qué más da, si un día dice algo, y al siguiente lo contrario, y no cumple nada.

A los españoles de “la derecha democrática” (atención a esta nueva distinción, ahora hay fachas de Vox, y fachas de derechas pero un poco democráticos en el PP y Cs), a esos españoles, digo, les dijo que todo se hará dentro de la Constitución, y que no va a romper España. Eso es verdad, porque es dura de romper, como se ha visto en los últimos siglos; pero insinuó que en esa mesa van a dialogar por dialogar, y que confiemos en él, que es el más listo de la clase y les dará coba, según acostumbra.

A los independentistas de ERC, que son los herederos del Estat Catalá de otros tiempos, les ha dicho lo del diálogo, lo de hablar de todo sin reservas, sea lo que sea, y les ha prometido esa consulta que sería como un plebiscito, pero sin serlo, y sólo para ellos, no para esos españoles que se van a quedar con las ganas de votar. Y, además, sin decirlo, les ha venido a sugerir que  ya verán, que dará coba a los españoles, pues está acostumbrado a hacerlo y no es tan difícil.

Con lo cual se llega a la conclusión, visto lo ambiguo del debate, que en realidad Pedro Sánchez tiene razón. La culpa de lo que está pasando es de Rajoy y su Gobierno del PP, que no dimitió para convocar elecciones cuando convenía, y permitió lo que ha venido después: una derecha democrática (como dice el otro) rota e inútil, y una izquierda sin ideales que sólo busca el poder por el poder, aunque sea hambre para mañana.

José Joaquín León