SEGÚN el Diccionario de la Lengua Española, nepotismo es “desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. La palabra deriva del latín, de nepos, que significa sobrino o descendiente. Según la Wikipedia, “el nepotismo es la preferencia que tienen algunos funcionarios públicos para dar empleos a familiares o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza. Según Murídicas, en países donde se ejerce la meritocracia, el nepotismo es generalmente negativo y se considera corrupción”. Según el sentido común, que un vicepresidente del Gobierno enchufe a su pareja como ministra es escandaloso.

Por no tomar a la gente por tontos y tontas, Pablo Iglesias e Irene Montero podían disimular. ¿Qué dirían si Pedro Sánchez coloca a su preparada esposa Begoña Gómez como ministra de Igualdá? Por no hablar de Pablo Casado y su esposa Isabel Torres, que es psicóloga y heredera de una empresa de caramelos. El caso de Inés Arrimadas es diferente, porque su marido, Xavier Cima, era nacionalista catalán y encajaría poco en un Gobierno con su señora. En cuanto a Albert Rivera, no era concebible que nombrara a Malú como ministra de Cultura o portavoz.

El caso de Pablo Iglesias se tolera porque es de Unidas Podemos. Tienen bula para decir lo que es políticamente correcto o políticamente incorrecto. Cuando este hombre empezó en la política, su pareja era Tania Sánchez, una reconocida militante de IU, a la que se auguraba mucho futuro. Hasta que cambió de pareja y Pablo se fue con Irene Montero, con lo que una ha caído de pie y la otra en desgracia.

En Andalucía ya existió el precedente de Cádiz, donde Teresa Rodríguez era la lideresa de Podemos y salió elegido candidato a la Alcaldía su pareja, José María González, más conocido como Kichi, aunque fue votado por las bases, frente a otro que si te he visto no me acuerdo. Ni que decir tiene que los indignados que iban a regenerar la política española consideran de lo más normal esta familiaridad.

Es lamentable que en el PSOE se lo hayan consentido, cuando a ellos les han buscado chanchullos por doquier: a la familia de Manolo Chaves, al marido de Susana Díaz… O cuando Rafael Velasco, prometedor socialista cordobés, dimitió por las ayudas de la Junta a una academia de su esposa.

Eran otros tiempos. Hoy podemos tener a una pareja de vicepresidente y ministra en el Gobierno, con un chalé en Galapagar, y son de extrema izquierda.

José Joaquín León