LAS mujeres han conseguido importantes avances sociales en los últimos años, aunque aún no se ha normalizado la igualdad. Al Día de la Mujer de 2020 llegan en mal momento, por un motivo básico: el feminismo está controlado por los partidos políticos. A ellos no les interesan los derechos de la mujer, sino los votos, y han visto un filón en la manipulación de las reivindicaciones feministas. Si las mujeres no lo remedian, este será el mayor obstáculo que se van a encontrar en los próximos años. El feminismo clásico ya no existe. Ha evolucionado desde Simone de Beauvoir, y encuentra dificultades de identidad para adaptarse al mundo de hoy.

En España, cada partido tiene su idea del feminismo, porque todos lo quieren aprovechar en su propio beneficio. El PSOE ha apoyado a las feministas ortodoxas, que ahora están enfrentadas con las de Unidas Podemos. El rifirrafe entre Carmen Calvo e Irene Montero, a causa de la Ley de Libertad Sexual va por ahí. Ha servido para acusar de machote al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y de macho alfa a Pablo Iglesias. Irene Montero presentó una chapuza. Esta señora es nefasta para el movimiento feminista, ya que lo niega en su esencia. Todo el mundo sabe que la nombraron ministra de Igualdad por ser la señora de Iglesias, pero no por sus méritos. Padece un cacao mental inquietante, y está montando un conflicto entre la transexualidad y las reivindicaciones de las mujeres.

Por el otro lado, ante el río revuelto, ha aparecido lo que llaman en Ciudadanos el feminismo liberal, que tropieza con dos de las principales polémicas del movimiento feminista: la prostitución voluntaria no forzada y los vientres de alquiler. Estas liberales defienden que cada una haga lo que le apetezca. A lo que otras replican que sólo son liberales para vender el cuerpo. En el PP han apoyado este año las manifestaciones (aunque Cayetana no), y han apostado por el feminismo camp de las chicas de Aznar. Y en Vox no pueden ver a las feministas, que les parecen radicales y subvencionadas. Eso no significa que a Rocío Monasterio le interese refundar la Sección Femenina. Porque en los tiempos de Franco, con Pilar Primo de Rivera, también se ocupaban de controlar a las mujeres y distraerlas. Lo han intentado todos desde que les aprobaron el voto en la Segunda República.

Hoy el feminismo vive unos tiempos difíciles, lastrado por un neopuritanismo progresista inquisitorial, y con unos lobbys del tercer sexo que quieren acabar con Adán, pero también con Eva.

José Joaquín León