EN España tenemos un problema gravísimo para salir de la crisis del coronavirus. El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es incapaz y la oposición sólo intenta aprovecharse. Pactar o no pactar es indiferente. No se trata de pactar, sino de acertar. Pueden pactar y equivocarse juntos. España es uno de los países donde peor se ha gestionado esta crisis. Y no porque sean socialistas y podemitas, sino porque no tienen nivel para gobernar, ni buenos asesores que los respalden. No es un problema de ideología, sino de capacidad. Los cinco líderes de la nueva política sólo piensan en los votos. Ahora, con la ayuda de sus gurús, Sánchez intenta construir un falso relato: el Gobierno lo está haciendo bien. Recuerdan que es una pandemia global y que afecta a todos.

Primera cuestión: no es un problema de izquierdas ni de derechas, sino de gestionar bien o mal. En Portugal gobierna la izquierda, con Antonio Costa, y en Dinamarca hay una coalición socialdemócrata y ecologista con Mette Frederiksen. En ambos países lo están haciendo mucho mejor, si se compara. En Dinamarca hasta van a reanudar las clases. Sánchez y compañía hablan de otros países que lo hicieron mal, como Italia, EEUU y el Reino Unido. En estos dos últimos, si os fijáis, a Donald Trump y a Boris Johnson les ha pasado factura el populismo de derechas. Porque el populismo, a un extremo y otro, ya no sirve: se basa en la irrealidad y en la manipulación.

“¿Y qué es la Verdad?”. Eso se lo pregunta, con esa frase, Pilato a Jesús, en la Pasión según San Juan, que se lee el Viernes Santo. Es el desprecio que hacen los que no la quieren. ¿La Verdad para qué? Pues para no engañar al pueblo y para actuar con eficacia y responsabilidad. En Portugal, lo primero que hicieron fue cerrar las fronteras con España, y así van por 435 muertos en un país de 10 millones de habitantes, frente a los 16.353 muertos de España, que tiene 47 millones de habitantes. En Dinamarca hay 247 muertos en un país de 5,6 millones de habitantes. No están escalando, sino que ya van a relajar el confinamiento.

Aquí pagamos las consecuencias de dos errores garrafales: no aislar Madrid y decir que las mascarillas no servían para nada porque no había. Reaccionaron muy tarde, cuando en Madrid circulaban decenas de miles de portadores del coronavirus, y facilitaron que se propagara por el resto de España. La gestión hospitalaria fue caótica.

Se han equivocado, y siguen sin ideas claras. Presumir de la gestión es una vergüenza que no se puede consentir.

José Joaquín León