AL final de esta pandemia pasará lo mismo que un siglo antes: así como hubo una gripe española ya tenemos un coronavirus español. Está demostrado que la gripe de 1918 no se originó en España (unos dicen que en China, pero parece más probable en EEUU), sino que el mundo ya nos odiaba, para variar. La Primera Guerra Mundial favoreció la movilidad con las tropas, y aunque España era neutral aquí murieron unas 200.000 personas. Al conmemorar el centenario todo se parece demasiado a lo que ocurrió entonces. Donald Trump y Santi Abascal hablan del “virus chino”. Algunos científicos conspiranoicos (o paranoicos) apuntan que fue creado en un laboratorio de Wuhan, y que no es cosa de murciélagos ni pangolines. Los científicos más creíbles insisten en que nadie lo inventó, y que no ha sido el primero ni será el último que forma un lío.

 

 

Pero este coronavirus del Covid-19 terminará siendo español, se ve venir. Pedro Sánchez pasará a la historia con ese sambenito colgado. Un estudio de investigadores suizos y españoles señala que el virus de la segunda ola es una variante que ha mutado en España, tras el fin del estado de alarma, cuando proliferaron casos masivos entre trabajadores agrícolas de Huesca y Lleida. Y que se ha expandido a causa del turismo de verano, que no fue como otros años, pero generó movilidad. Se hablaba de corredores seguros, pero los rastreadores no se enteraban de nada. Barajas y Atocha han sido una fiesta para el coronavirus.

Mutando, mutando, ha ido engordando. A este coronavirus le pasará como a Cristóbal Colón, que todo el mundo se lo quería apropiar. antes del derribo de las estatuas. Fue un gran descubridor. Y eso es lo que nos falta ahora, grandes descubridores, no de los nuevos mundos, sino de los nuevos virus, sus vacunas y sus tratamientos. Una de las causas de la elevada mortalidad de la gripe española (en el mundo fallecieron más de 40 millones de personas) fue la falta de medicamentos para frenarla.

Un siglo después, España vuelve a estar en el punto de mira. Aunque Sánchez no compita en paridas con Trump y Bolsonaro, ahí están los resultados y la gestión. Exportamos virus y el único remedio que funciona en este país es el encierro de la gente. Resulta curioso que la epidemia de la gripe española alcanzó tres oleadas, hasta que se acabó en el verano de 1920. La gente usaba mascarillas artesanas. No se conoce con certeza el origen ni el final. Posiblemente se acabó por la inmunidad del rebaño.

Un siglo después la historia se repite.

José Joaquín León