ALGO se muere en el alma del Gobierno cuando un ministro se va. Especialmente si es un ministro como Salvador Illa, que no es uno cualquiera, sino el titular de Sanidad, un filósofo platónico que se ha zampado más de 50.000 muertos del Covid-19, como quien no quiere la cosa, y ha demostrado buenas dotes para la simulación y la mentira. Algunos papanatas dicen que ha triunfado en el cargo. Tiene guasa que Illa sea el Ministro Maravilla. Es un acierto de Pedro Sánchez la jugada que ha puesto en marcha: por fin retira de la circulación política española a Illa y lo resitúa en Cataluña, donde se debió quedar.

Al colocar a Salvador Illa como candidato del PSC, Pedro Sánchez ha matado dos pájaros políticos de un tiro. Al ministro de Sanidad como tal ministro (ya que debe ser relevado) y al candidato que tenía para la Generalitat, que era Miquel Iceta, al que quiere colar por una puerta giratoria en el Ministerio de Administración Territorial, para enchufar a otro catalán al frente de las autonomías. Las dotes de Iceta para el baile y para columpiarse no le han bastado en Cataluña, pues el personaje evolucionó a un cariz circense. Bien cultivado antes por Carles Puigdemont, pero que en los actuales tiempos despertaba escasa confianza. Como no le sirve allí, lo premiará en Madrid.

El objetivo de Pablo Iglesias y Ada Colau (se lo han ofrecido a Pedro Sánchez y lo tiene asumido) es formar un tripartito transversal entre el PSC, los comunes/comunistas y ERC. Se supone que el nombramiento de Illa como candidato es un obstáculo, pues él se ha situado en el ala más constitucionalista del PSC. También es fiel defensor del pacto con Unidas Podemos, que le gustaría repetir en la Generalitat. Si las cuentas cuadran, Illa pactará con ERC. También Pedro Sánchez dijo en la última campaña que él nunca pactaría con los independentistas. Y ya lo ven. Esto recuerda una frase que se atribuye a Piatakov, un colega de Trotski: “Si el partido lo exige, un auténtico bolchevique está dispuesto a creer que lo negro es blanco y lo blanco negro”.

En paralelo, por lo que pudiera pasar con Ciutadans, ha comenzado ya el desguace del partido que lideró Albert Rivera. Se lo empezó a cargar Inés Arrimadas, por jugar a la doña Inés con don Pedro. El fichaje de Lorena Roldán por el PP en Cataluña tiene más realce de lo que parece. No por ella, sino porque inicia la Operación Salida, que puede tener otras etapas. Incluso en Andalucía. ¿En Andalucía? Sí, aquí mismo, donde Ciudadanos está al filo de lo imposible.

José Joaquín León