LA Junta de Andalucía ha aprobado unas medidas incoherentes para la Semana Santa, con las que envía mensajes contradictorios. Por un lado, encierran a los andaluces en sus provincias. Por otro lado, permiten a los bares abrir dos horas más que en Navidad, ya que no deben cerrar de 18 a 20 horas y se prolonga otra vez a las 22:30 horas. Eso sí, sin clientes de otras provincias, aunque tengan un nivel similar de contagios. Estas medidas carecen de relevancia científica, como tantas que aprueban mientras sufrimos una ola tras otra. Todavía tienen una semana para rectificar antes del Domingo de Ramos, si es que les queda un poco de sentido común, si es que Juanma Moreno y Juan Marín (preocupados por otros asuntos) no quieren ser artífices de este despropósito.

“¡Andaluces, de nuevo, encerraos!”, podría ser el lema de la Junta para el 28-M, que no es el día de la autonomía, sino el Domingo de Ramos. Andaluces: encerraos en vuestras provincias respectivas. Pues ya no sois andaluces propiamente, sino que ahora sólo sois almerienses, gaditanos, cordobeses, granadinos, onubenses, jiennenses, malagueños y sevillanos. Según la ciencia infusa que emana del Palacio de San Telmo, un gaditano contagia más en Sevilla que en Jerez, y un sevillano contagia más en Chipiona o en Matalascañas que en Cazalla de la Sierra, y un malagueño contagia más en Sotogrande que en Marbella, etcétera. Es una memez tan enorme que se comenta por sí misma. Y es un agravio comparativo: había dos provincias (Granada y Almería) con niveles más altos de contagios. Han decidido que todos por igual, en vez de permitir movilidad a las otras seis provincias.

Con los bares no se han atrevido y han claudicado. Si hay que encerrar a la gente en sus provincias, ¿por qué amplían los horarios de los bares, donde los encerrados consumen sin mascarillas? La respuesta es obvia: porque los hosteleros están indignados, no cobran ayudas, se manifiestan, y hay que relajarlos. A cambio de eso, que se queden los sevillanos y los cordobeses sin ver el mar de Cádiz, Huelva o Málaga.

También olvidan el daño espiritual que van a causar. Los capillitas están que trinan. Imágenes de universal devoción, como el Gran Poder (al que Juanma Moreno puso de ejemplo), tienen devotos y hermanos en otras provincias andaluzas, a los que prohíben viajar para rezarle en Semana Santa. A cambio, engordarán las colas de los templos con los que no se van a las playas.

Y no olvidemos lo principal: la culpa es de ellos, por el fracaso de las vacunas.

José Joaquín León