EL indulto de José Antonio Griñán se puede asumir por razones humanitarias. Sería como la frase de Concepción Arenal: odia el delito y compadece al delincuente. Sin embargo, parece obvio que la intención de un sector del PSOE no es sólo evitar que Griñán ingrese en prisión, sino descalificar la sentencia de los ERE y blanquear un caso turbio. En este país, algunos políticos han aprendido que las leyes no son iguales para todos. Y, por encima de la ley, colocan el relato. El objetivo de falsear el relato es convertir al culpable en agraviado. Es un truco grosero, ya conocido y practicado.

Felipe González apoya el indulto. Felipe ha sido glorificado con el paso del tiempo, pero en sus años de la Moncloa también vivió momentos oscuros. Uno de ellos fue el caso de Banca Catalana con Jordi Pujol. Cuando el fiscal general del Estado, Luis Antonio Burón Barba, elaboró una querella con la que se culparía a Pujol, se montó una gran campaña de manipulación para presentarlo como una persecución a Cataluña. El caso se vino abajo, con Pujol que se escabulló, y con un fiscal general progresista que dimitió. Algunos tomaron nota: la impunidad se conseguía a través del falso agravio y la presión.

Ese ha sido el modus operandi del proceso independentista: saltarse la ley y exigir impunidad. Incluso en el caso más bochornoso, el de Puigdemont, siguen reclamando una amnistía. El último episodio es el de la presidenta de Junts per Catalunya y del Parlamento catalán, Laura Borràs, que tras ser hallada con las manos en la masa por unas presuntas facturas falsas en la Institución de las Letras Catalanas, sigue culpando al Estado de organizarle un montaje, e incluso apoyó el pasado miércoles a un grupúsculo de indepes que acusaban al CNI de connivencia en los atentados islamistas de 2017 en Barcelona. Hasta los de ERC la han calificado de indigna.

Son casos diferentes, claro, pero con una característica común: relato falso para la impunidad. La corrupción no sólo ha salpicado al PP, como algunos dicen. El PSOE, desde Filesa (en tiempos de Felipe González, precisamente), también ha tenido militantes condenados por causas varias. La responsabilidad no siempre es igual, ni siempre es de los partidos. La corrupción tiene diversas formas, unas más graves que otras, por supuesto. En el caso de los ERE, aunque Griñán no se enriqueciera, su responsabilidad ha sido castigada. El final es triste, digno de piedad. Pero tengan cuidado: el objetivo de Pedro Sánchez es blanquear una condena.

José Joaquín León