ERAMOS pocos (apenas 8.000 millones de seres humanos) y, de repente, parió la abuela Fifa un Mundial en Qatar. Será el más impresentable de la historia. Un ejemplo de cómo funciona el mundo en estos tiempos del calentamiento global. Se mire por donde se mire, todo lo que se encuentra es chungo. Empezando por la designación, para la que sobornaron votos por la cara y no pasó nada. Después llegaron las acusaciones por las muertes de trabajadores en las obras, que carecían de las normas básicas de seguridad. Los difuntos eran parias de la India profunda y Bangla Desh, huidos de Afganistán y gente así. Después llegaron quejas porque la homosexualidad está prohibida en Qatar. Y porque a las mujeres no les preguntan si es , o si es no. Y, para rematarlo, los hooligans quieren ir a los mundiales a emborracharse y no pueden.

El calendario del Mundial se parece al calendario de Adviento. Empieza hoy, domingo de la fiesta de Cristo Rey, cuando termina el año litúrgico. Empieza, por cierto, con un Qatar-Ecuador apasionante. Y la final se disputará el domingo 18 de diciembre, festividad de la Esperanza. Este detalle nos hace albergar fundadas esperanzas de que la selección de Luis Enrique llegue lejos.

Ya sabemos que las fechas no se han impuesto por motivos religiosos, sino por el calentamiento global. Fíjense en los detalles. La Cumbre del Clima de la COP 27 se organiza en Sharm-el-Sheikh (Egipto), del 6 al 18 de noviembre, en un lugar caluroso, donde los ecologistas no pueden tirar tartazos ni pintarrajear los cuadros de Leonardo o Goya. La Cumbre del G-20 la pusieron en Bali (Indonesia), el 15 y el 16 de noviembre, para que el presidente Pedro Sánchez pudiera lucir su camisa antik morada, junto a su señora, ataviada con su kebaya y su vestido Rondel oro, y así demostrar que no estaban de montería. Y el Mundial de fútbol se disputa en Qatar, del 20 de noviembre (el día en que murió Franco, casualmente) al 18 de diciembre (el día de la Esperanza, como ya se ha indicado).

En el reparto de los eventos mundiales, a Europa le ha tocado una guerra en Ucrania y una inflación alrededor del 10%, para subir los tipos de interés, para poner la luz y el gas por las nubes, para que la gente pase frío. Y de repente, este Mundial. Siempre nos quedará el fútbol. Pues cada español lleva en su interior un seleccionador y un presidente del Gobierno. Aunque mencionar eso es propio del patriarcado machista, que aún existe. A las pruebas me remito.

José Joaquín León