VUELVEN los rusos, que al parecer están agitando el cotarro en Cataluña. El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, ha confirmado la injerencia. Según informaba ayer El País, medios del Kremlin, como RT y Sputnik, han utilizado miles de cuentas zombis en redes sociales (vinculadas también al chavismo de Venezuela), para apoyar la independencia catalana. En realidad, los rusos siempre han incordiado. Forman parte de la Memoria Histórica. Llegaron en la Segunda República, probablemente para quedarse. Eran otros rusos, ciertamente: los de Stalin. Según algunos historiadores, colaboraron en la revolución de izquierda del 34 contra la República y montaron el tinglado del Frente Popular. Entre los horrores de la Guerra Civil española, estuvo que apenas había demócratas verdaderos. La burguesía iba con el franquismo, al que apoyaban Hitler y Mussolini; mientras el proletariado iba con el Frente Popular para crear una dictadura comunista como la de los soviéticos.

Después pasó lo del oro de Moscú, que se lo llevaron. Durante los 40 años del franquismo se habló mucho del oro y de Moscú, además de enviar la División Azul. También se comentaba en el exilio que los rusos, con los espías del KGB, estaban detrás de todas las purgas que montaban en el PCE. Sin embargo, en la Transición, apenas se hablaba de los rusos. Eran otros tiempos, en los que Santiago Carrillo dejó las purgas, se hizo eurocomunista, aceptó la bandera roja y gualda, y colocó a un ponente (catalán, por cierto), entre los padres de la Constitución. En IU no lo saben, o lo ignoran.

Después de caer el telón de acero, e irse a pique todos los dictadores y sátrapas rojos de la Europa del Este, en Moscú dieron bandazos hasta llegar a Putin, que ya no era comunista, pero sí un tipo de cuidado. Dicen que ayudó a Donald Trump a ganar las elecciones a Hillary Clinton, que también puso de su parte para perder. Y ahora se están dedicando a incordiar en España, asesorando a los independentistas de Cataluña para su proceso. Y todo esto sin contar a los rusos que se han afincado en la Costa del Sol.

De momento, lo llevan mal. Es lo que le faltaba a Puigdemont para ser inscrito en el registro de zombis de Bruselas. Los rusos caen fatal en la UE, porque se dedicaron a incordiar a Angela Merkel y fastidian siempre que pueden. Con amigos como esos, y como Maduro, lo lleva claro Puigdemont.

Cataluña ya es un problema de Europa, pero en el sentido contrario al que deseaban los independentistas. Para terminar de ser odiosos sólo les faltaban los rusos.

José Joaquín León