HOY se dan a conocer oficialmente los horarios e itinerarios de la próxima Semana Santa. El Cabildo de Toma de Horas cumple el rito. Por vez primera desde que es presidente Francisco Vélez, será aprobada una nómina que es de transición hacia la Semana Santa del siglo XXI. Se ha hablado, se ha escrito, se ha especulado mucho sobre el Martes Santo. El presidente expuso (desde antes de ser elegido) que no consentiría el recorrido de la carrera oficial al revés. Pero es sólo una parte del problema de organización en que se ha convertido la Semana Santa.

El Martes Santo sigue en modo ad experimentum, aunque al derecho. Para los demás días la revolución está pendiente. Han preferido no meneallo, a la espera de un recuento de nazarenos. Pero, especialmente, por dos motivos coyunturales: el Consejo fue elegido en noviembre y ha dispuesto de poco tiempo para revolucionar la Semana Santa; y el Ayuntamiento está pendiente de unas elecciones municipales el próximo mes de mayo.

Para 2020, con más datos, con el Consejo asentado, y con un nuevo gobierno municipal (o el mismo), ya no habrá excusas. En 2020 abordarán de nuevo el Martes Santo, a la vista de la experiencia de este año, que será vigilada al minuto y al milímetro para que nadie se pase de listo. También son previsibles cambios en el Domingo de Ramos, Lunes Santo, Miércoles Santo… Y la Madrugada.

Una consecuencia colateral es que no habrá inclusión de nuevas cofradías en una larga temporada. Por lo menos que se queden como estaban. Otra consecuencia es que se ha roto el mito de las antigüedades. Ser la última del día ya no es un privilegio, en general. Por ello, algunas decanas, como el Museo, y algunas relegadas, como Los Panaderos, se están postulando con afán de anticiparse. Otras se inquietan. El gran objetivo es reformar sin que las ventajas de unas creen agravios de otras, como ha pasado en el Martes Santo con San Esteban. Conseguir esos equilibrios será difícil.

Si se consigue el olvido de la antigüedad, en el orden de los días, se abrirá un abanico de posibilidades. Más difícil será trasladar cofradías de una jornada a otra. Parece una herejía, pero pocas son las que no han cambiado nunca de día a lo largo de su historia. Algunas cofradías se inventan tradiciones y privilegios que no alcanzan ni medio siglo de antigüedad, cuando en otros tiempos defendían posibilidades bien distintas.

Para esa revolución pendiente ayudará que algunos hermanos mayores ya no están tan cerrados y obtusos como se cree. Es cuestión de dialogar, bonita palabra.

José Joaquín León