l En 1979 La Sed fue incorporada a la Semana Santa para hacer estación a la Catedral l Atrás quedaban las salidas de los Viernes de Dolores, vistiendo túnicas y antifaz pero sin capirotes

EN esta Semana Santa se cumplen 40 años de la primera estación de penitencia de la cofradía de la Sed a la Catedral. También celebrarán los 50 años de la bendición de la Virgen de Consolación Madre de la Iglesia, mientras que el próximo año se cumplirá el cincuentenario de la bendición del Cristo de la Sed. Hoy, cuando vemos a la cofradía del barrio de Nervión, nos encontramos con una hermandad pujante, que ha  tenido una  notable expansión en estas últimas cuatro décadas. Sin embargo, la historia de la hermandad, que comenzó hace medio siglo, estuvo llena llena de incomprensiones.

En el verano del 69 un grupo de cofrades, entre los que estaban Juan Antonio Cuevas, Cristóbal Jiménez, Antonio Sánchez y Francisco Román, iniciaron el camino para fundar una hermandad de penitencia en la parroquia de la Inmaculada Concepción, de Nervión, que tuviera como titular al Cristo de la Sed. Recordaban así a un Crucificado que había tallado Antonio Illanes para dicha parroquia y que fue quemado en 1936.

Encargaron a Antonio Dubé de Luque que les hiciera una dolorosa. El 6 de junio de 1969 el párroco, Manuel Calero, procedió a la bendición de la Virgen de Consolación, en un acto al que acudió una representación de la Hermandad de Consolación, patrona de Utrera, que tiene esa advocación.

Pocos meses después, el grupo de cofrades de La Sed acudió a ver al joven imaginero Luis Álvarez Duarte, que entonces tenía 20 años y trabajaba en su taller de la calle Aguiar. Cuatro años antes había sorprendido con la Virgen de Guadalupe, siendo un adolescente. En 1970, iba a afrontar otro reto: tallar su primer Crucificado, el Cristo de la Sed.

Según cuenta Álvarez Duarte, quiso hacer un homenaje al Cristo de la Clemencia. El Crucificado tendría los pies cruzados. Aunque, morfológicamente, sería una imagen muy diferente. La primera intención era crear un paso de misterio. Además del Crucificado irían dos o tres figuras, entre ellas un romano con una esponja para representar el pasaje de la Sed de Cristo. Por eso, el imaginero lo situó encorvado y despegado de la cruz, inclinado para beber. Con el tiempo, se descartó la idea inicial de un misterio. Era un Cristo valiente, con un perfil inconfundible, que hoy es reconocible incluso a través de su sombra.

El Cristo fue bendecido por el cardenal Bueno Monreal el 6 de septiembre de 1970, en una ceremonia celebrada en la parroquia de la Inmaculada Concepción, en Nervión. Los padrinos fueron los Hermanos de San Juan de Dios, a los que ya estaban vinculados.

Por entonces había ocurrido un conflicto burocrático con el Arzobispado que perjudicó a La Sed en sus primeros años. El cardenal Bueno Monreal le aprobó las reglas como cofradía de nazarenos en septiembre de 1969, sin conocerlo el Consejo. Tras dimitir algunos de sus miembros, el cardenal rectificó, con un decreto firmado apenas dos meses después, y se quedó como hermandad de gloria, aunque la autorizaba a salir (con túnicas y antifaz, pero sin capirotes de cartón) el Viernes de Dolores por las calles de su barrio de Nervión. Así salieron de 1971 a 1978, cuando fue aprobada como cofradía de penitencia.

El Cristo de la Sed salió por vez primera el Viernes de Dolores de 1971. La Virgen de Consolación empezó a salir bajo palio en 1972. En aquella primera salida procesional, como ocurriría después, hicieron estación en el Hospital de San Juan de Dios y llegaron a la cárcel de Ranilla, donde algunos presos cantaron emotivas saetas.

Aquellas primeras salidas de La Sed, en los años 70, originaron polémica entre los cofrades de Sevilla. Especialmente se criticó que los nazarenos, en su procesión del Viernes de Dolores, aunque iban vestidos con túnica negra y cíngulo blanco, llevaban el antifaz negro sin el cartón del capirote. Hay que tener en cuenta las circunstancias. Entonces no existían cofradías de vísperas en Sevilla. La Sed era la única que salía así. En la Sevilla de entonces muchos cofrades consideraban un disparate que permitieran nazarenos antes del Domingo de Ramos, y todavía chocaba más que fueran sin capirote, con un estilo considerado ajeno a las costumbres sevillanas.

Ajenos a aquellas polémicas, los cofrades de la Sed dieron un ejemplo de fidelidad a la Iglesia, de humildad, de acatar las normas que les impusieron después de haberle aprobado sus reglas como cofradía de nazarenos y echarlas para atrás. Por fin, en octubre de 1978, la autoridad eclesiástica les aprobó nuevas reglas como hermandad de penitencia, permitiéndoles salir con sotana y antifaz negro, cíngulo blanco, al igual que la capa, que incorporaban, y por supuesto con capirote. Pocos días después de aprobarse las reglas, el Secretariado Diocesano les confirma que pueden hacer estación a la Catedral desde el año siguiente, incorporándose al Miércoles Santo, con la condición de ir delante de San Bernardo y no coincidir en su recorrido.

El Miércoles Santo de 1979, hace 40 años, se cumplió el sueño. Se abrieron las puertas de la parroquia de la Inmaculada y los nazarenos emprendieron el camino hacia la Gran Plaza, hacia el Hospital de San Juan de Dios, pero ahora con la luz de la mañana, y con la Giralda al fondo de la avenida Eduardo Dato, como la estrella que los guiaba.

Han pasado cuatro décadas. Hoy tienen el orgullo legítimo de ser la cofradía de Nervión.

José Joaquín León