TODOS los años en Cuaresma, según manda la tradición, dedico un artículo a los horarios e itinerarios. Todos los años escribo más o menos lo mismo, excepto cuando iontentan que el Gran Poder regrese por la calle Francos, con el consiguiente peligro. Este año hay que insistir. Estuve en el programa de El llamador, de Canal Sur Radio, con Fran López de Paz, para otro asunto, y se lo comenté: “Si a la madrugada le dan un cuarto de hora más, por delante, no servirá de nada, porque se lo van a comer”. Al final, el palio de Los Gitanos siempre sale de la Catedral a las tantas y pico. ¿Saben por qué? Porque una hora tiene 60 minutos.

La solución de la Madrugada sería que una hora dure 40 minutos. O bien que cumplan los horarios sí o sí, para lo que existen fórmulas, que son poco vistosas. Otra posibilidad sería que una de las seis cofradías se cambie de día. Otra que los nazarenos pasen de seis en seis. Otra que impongan aquello que dijeron del numerus clausus y ahí quedó. Otra que algunos pasos no tarden una eternidad en la Campana. La más drástica de todas sería unir la Madrugada con el Jueves Santo y que tuviera 13 cofradías. En fin, que posibilidades hay, pero todas son imposibles y algunas surrealistas.

La nueva junta del Consejo General de Hermandades, que preside Joaquín Sainz de la Maza, ha afrontado la Semana Santa con espíritu prudente. Virgencita Macarena, que por lo menos se quede como estaba. En las primeras semanas del ejercicio se aguardaba con interés la posibilidad de cambios en la Madrugada. A pesar de la protesta de Los Gitanos, han optado por no tocarlo, a la espera de que se pueda afrontar algo el próximo año. Siempre se espera a que caiga la breva sola.

Por el contrario, en el Martes Santo, su dinámico delegado, Juan José Morillas, llegó con fuerzas, dispuesto a la revolución. Es un día manifiestamente mejorable. Porque la Candelaria y el Dulce Nombre soportan unos horarios muy duros. Es cierto que las soluciones requieren de la generosidad de todos. No sólo de algunos, es verdad. Pero también es cierto que se necesitan concordias para modificar el orden de la jornada. Y que eso resultará imposible si nadie se sacrifica, o algunas cofradías se niegan. Además de las opciones planteadas por Morillas, hay otras. Desde luego, son imposibles si los Estudiantes dicen que no es no. Y si otros se quieren ir de rositas con buenas horas sólo para su hermandad.

En general, los problemas de horarios de la Semana Santa suelen arreglarse cuando cambian los hermanos mayores y aparece una conjunción astral ventajosa. Hay varios ejemplos. Aparecen las mejores soluciones cuando existe voluntad para resolverlo.

José Joaquín León