EN la Semana Santa convive lo fundamental con lo accesorio. Lo fundamental es, por ejemplo, que no se la carguen con los miedos del coronavirus. Lo accesorio son los detalles relacionados con las cofradías en las calles. En lo fundamental, todos los cofrades están de acuerdo: si suspendieran la Semana Santa sería un precedente nefasto, yo diría que intolerable. En lo accesorio, hay división de opiniones. Es lo que ocurre con los cambios de horarios e itinerarios de este año, que han pasado a ser irrelevantes, comparados con lo otro. La Junta del Consejo, que preside Francisco Vélez, se ha encontrado con una Cuaresma relativamente tranquila. El Gran Marrón está en manos de las autoridades.

Sin embargo, debemos recuperar la normalidad. La Semana Santa sevillana soporta unas dificultades organizativas que están pendientes de resolver. La gran aportación de este Consejo sería cumplir el mandato de cuatro años dejando una Semana Santa lo más resuelta posible. Es decir, con el Domingo de Ramos, Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo y Madrugada con un orden de paso por carrera oficial y con unos horarios aceptados y aceptables. Los demás días (Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección) es mejor que se queden como están, o que no los toquen apenas.

En las dificultades de la Semana Santa están cayendo principios y costumbres que parecían sólidos. Entre ellos, el orden de antigüedad, que ya no se respeta como un derecho. En el caso del Martes Santo, es uno de los motivos de la protesta de San Esteban. En la problemática histórica del Miércoles Santo también aparece este asunto; la más antigua del día no es Los Panaderos, sino La Lanzada, pero se cambió porque la cofradía de San Martín llegó a entrar en su templo a las seis de la mañana.

En las dificultades de la Madrugada influye otra costumbre que se ha perdido: el camino más corto. Algunas cofradías, sobre todo de negro, así lo tienen estipulado en sus reglas. El Gran Poder no vuelve por el camino más corto, que sería por Francos, Salvador y Cuna. Mientras que El Silencio lo amplió al Angostillo de San Andrés, y después a un rodeo por la Comisaría de Policía de La Gavidia. El Calvario tiene un camino más corto que no es precisamente el de la calle Monsalves. Y con las cofradías de capa de la Madrugada ya se sabe lo que pasa, con una polémica abierta.

El camino más corto era una filosofía de vida cofrade. No hacer lo innecesario, no dar rodeos, ni vueltas absurdas. Se pierde un concepto.

José Joaquín León