AL llegar el Domingo de Pasión nos damos cuenta de que esta Cuaresma ha salido mejor de lo esperado, y con cultos ajustados a la realidad actual. Las hermandades, en general, han estado a la altura de las circunstancias. No obstante, hoy nos encontramos con un acto diferente a lo habitual: en el Teatro de la Maestranza, con aforo adaptado, no habrá Pregón de la Semana Santa, sino una antología de pregones y pregoneros. ¿Hubiera sido mejor que Julio Cuesta cumpliera ya el encargo que recibió para 2020? ¿Es mejor guardarle el turno, hasta que recuperemos la normalidad en 2022? Ambas posturas son defendibles, me parece. Depende de los gustos. Pero no se puede afirmar: esto es lo bueno y esto es lo malo. No existen cánones previos, ni modelos rotos.

El Consejo ha optado por organizar un espectáculo novedoso y difícilmente repetible. El festival de los pregones y los pregoneros cuenta con un cartel de lujo: José María Rubio, Joaquín Caro Romero, Carlos Herrera, Lutgardo García, Alberto García Reyes y Charo Padilla, la última pregonera, que según la web del Consejo “dará el testigo sobre el escenario a Julio Cuesta, pregonero designado en 2020 que declamará su texto en 2022”. Si Dios quiere, se podría añadir. Pues a mi amigo Julio no paran de ponerle dificultades pandémicas en el camino.

El espectáculo es de categoría. Podrán degustar estupendas tapas de pregones. Pero no es un Pregón propiamente dicho, con su coherencia y su contexto, sino que es como un frito variado del freidor de los pregones, o como un gazpacho variado de pregones, o como un popurrí de pregones. Algo que se recordará, y que será tan interesante como exótico. Es propio de un año especial, en el que la gente no está encerrada en su casa como en 2020, pero tampoco como debía estar un Domingo de Pasión, a siete días del Domingo de Ramos.

Desde ese punto de vista, la antología de pregones y pregoneros (todos de reconocido prestigio) es defendible y razonable. Aunque organizar un Pregón de la Semana Santa de 2021 también me hubiera parecido plenamente defendible y razonable. Y, por supuesto, legítimo. A ver, vamos a tener una Semana Santa este año, con personas en las calles y en el interior de los templos. No vamos a ver pasos, pero sí a las sagradas imágenes. No habrá nazarenos ni costaleros, pero sí hermanos y hermanas rezando. ¿A quién se le dedica el Pregón?

¿Y qué Pregón? Lo que está pasando con la pandemia, con el heroísmo, con el esfuerzo, con la entrega de muchas personas también tiene sus repercusiones cofradieras. Este tiempo, este año duro, este sacrificio que han realizado las hermandades de Sevilla, merecería una literatura propia. Me consta que Julio Cuesta, si se lo hubieran pedido, se hubiera echado palante con ese Pregón, y que hubiera sido magnífico. Y me consta que el Consejo no lo ha organizado dejándose llevar por buenas intenciones, al considerar que sería una anormalidad glosar una Semana Santa de Sevilla sin cofradías en las calles.

Así que eso es lo que hay. Para la siguiente pandemia (ojalá tarde varios siglos) no sabemos qué pasará con el Pregón, ni quiera Dios que pase lo mismo.

José Joaquín León