DESPUÉS de dos años sin que las cofradías salieran, por culpa de la pandemia, se espera un nuevo boom de nazarenos y nazarenas. Sobre todo se notará en la Madrugada, donde la Macarena ha calculado unos 4.000, la Esperanza de Triana 3.700 y los Gitanos unos 2.600. Otras cofradías no han aportado datos, pero si se confirmasen los anteriores, no sería raro que el Gran Poder salga con unos 3.000, el Silencio con unos 1.300 y El Calvario con unos 1.000. O vaya usted a saber. Porque son estimaciones realizadas por las cofradías de capa, que casi siempre se calculan al alza, y que se ven reducidas en las calles, porque algunos no están en el cortejo durante la totalidad de sus largos horarios e itinerarios.

Sin embargo, es innegable que puede haber un segundo boom de nazarenos. El primero se vivió durante los últimos años 80 y la década de los 90. Se dijo que las cofradías se habían puesto de moda. Esto es feo de decir. Sería conveniente que los cortejos no crezcan por modas, sino por un aumento de la devoción a los sagrados titulares y por una mayor repercusión de la religiosidad popular. Además de estas causas, que por supuesto influyeron, hubo otras, como la mayor difusión de las actividades cofradieras en prensa, radio y televisión, la mayor participación de personas de otras provincias andaluzas y del resto de España que se apuntaron como hermanos, la incorporación de las hermanas como nazarenas (que cambió el concepto de la participación de la mujer), el ambiente alegre que precedió a la Sevilla del 92, y hasta el buen tiempo en los primeros años 90, con tres Semanas Santas sin lluvia.

El nuevo boom de 2022 puede tener algunas causas novedosas; entre ellas la ejemplar labor social que han realizado las hermandades en esta larga pandemia (con sacrificios para ayudar en tiempos de crisis), y que hay muchas ganas de salir tras dos años de tristeza. En general, influye que ser capillita en Sevilla (no así en otras ciudades y pueblos) se ve como algo incluso glamuroso, diferente a los tintes despectivos que se le daban en tiempos difíciles. Y también hay que recordar lo principal: en la tribulación, muchas personas vuelven sus ojos hacia Cristo y la Virgen. ¿Cuántas promesas? ¿Cuántas oraciones? ¡Qué sabe nadie!

El nuevo boom de nazarenos (y nazarenas, que las mujeres participan mucho más) tendrá repercusión en las calles. Aunque es una incógnita si queda algún temor a la pandemia que reste gente. Parece que no. Cortejos más largos, con calles aforadas, harán casi imposible ver todas las cofradías del día, excepto que estén sentados en las sillas o palcos de la carrera oficial. Y es obvio que complicarán la gestión de los horarios e itinerarios. Para la Madrugada aumentarán los cortejos con nazarenos de cuatro en cuatro, que se puede plantear con los de capa, pero no con los de cinturón de esparto, excepto que caminaran con el cirio bajo. Al final, será como la multiplicación de los panes y los peces, pero sin panes y sin peces, que fue lo mejor del milagro.

También hay que ver si esta tendencia se confirma, o es una novelería, o qué pasa. De éxito se puede reventar. Aunque sea sin querer.

José Joaquín León