ALGUNOS activistas tratan a los árboles peligrosos como si fueran las víctimas de un desahucio. Será por la costumbre, o porque participan los mismos. Cualquier día podríamos ver indignados de Podemos y Unidos encadenados a un plátano o una palmera. Yo no sé si se puede podar mejor, o no. También ignoro si algunos de los árboles enfermos se pueden ahorrar la eutanasia. Ha sido polémico lo que ocurrió el lunes en la avenida de Cádiz, donde llegó el director de Parques y Jardines, Adolfo Fernández, como si fuera el juez de guardia, para decir que no apearían 16 de los 18 árboles que iban a desahuciar. Conste que esto es más difícil de lo que parece. Espadas no es un desalmado, sino que a veces los árboles se caen como si sufrieran lipotimias. El calor les sienta fatal.

Según expertos, los árboles de Sevilla tienen la funesta manía de caerse en verano. Eso dijeron cuando el desplome del palo borracho en el Alcázar, que afectó a vecinos de la Macarena, uno de los cuales resultó herido grave. Por eso, el Ayuntamiento dice: ¿a quién queréis vivo, al árbol o al vecino? Están en faena, para apear 500 ejemplares, si los dejan, sobre todo en el Pumarejo, Nervión y el distrito Este. Con ellos, Espadas se aproximará a los 2.000 árboles apeados bajo su mando.

Es bonita la palabra apear. Resulta más agradable que talar o cortar. Se apea con suavidad, mientras que se tala a las bravas y se corta sin miramientos. Lo de apear nos remite al Apeadero, que por otra parte resulta muy municipal. Pero no termina de colar. A los de Podemos les dolió mucho lo del Pumarejo, donde mantienen causas sentimentales de profundo arraigo. Espadas los deja sin sombras, como si fuera un desahucio del frescor en verano.

A los árboles se les toma cariño. Los poetas los han exaltado. Cuando apean uno es como si le talaran el magnolio de Ocnos a Luis Cernuda. Aunque también plantan, vaya lo uno por lo otro. Juan Carlos Cabrera plantó dos palmeras en la plaza de San Lorenzo, ayudado por tres hermanos mayores. Los concejales están en faena, con una pala a destajo, y plantan por todos los barrios, para compensar.

Tampoco podemos decir que Sevilla se va a quedar como el desierto del Sahara. Según algunos cálculos (incluidos todos los parques), hay unos 200.000 árboles, lo que significa uno por cada 3,5 habitantes aproximadamente. A pesar de que parece lo contrario, es una ciudad bastante verde.

José Joaquín León