CORREN tiempos difíciles para la flora y la fauna sevillana. El Parque de María Luisa, tan bonito como es, se ha convertido en escenario de un conflicto soportado con calma. Las cotorras invaden a sus anchas, mientras que de vez en cuando se cae un árbol o sus ramas pesadas, como el último almez que ha dejado en penoso estado la glorieta de Ofelia Nieto, sin causar víctimas, gracias a Dios. Pero con la Madre Naturaleza hemos topado. En esta ciudad se habla de arboricidio y de Juan Serrucho, y en el Ayuntamiento tienen miedo a ser acusados de cotorricidas. O genocidas de cotorras, que suena de memoria. En teoría, por un proteccionismo mal entendido. Ante tantas quejas, el Ayuntamiento no se atreve a afrontar esos problemas por derecho.

Han tardado un año en declarar la guerra a las cotorras. De momento, lejos de ganarla, se van imponiendo las cotorras. Según los cálculos publicados, hay 3.000 de Kramer y 900 argentinas. Están causando estragos, sobre todo en el Parque de María Luisa, donde perjudican a otras especies, como los murciélagos y cernícalos, y contribuyen al deterioro de los árboles. Pues bien, siguen con remilgos, a pesar de que la Junta de Andalucía avaló la declaración de guerra que intentaron el año pasado, antes de echarse para atrás. ¿Por qué los faisanes y perdices son cazados y las cotorras no pueden ser eliminadas de la circulación? El concejal de Bienestar Social, Juan Manuel Flores, dijo en noviembre de 2017que se debe actuar “más pronto que tarde” contra la plaga de cotorras. Sin embargo, ahora anuncia que las acciones de control empezarán a final de 2018. No se han atrevido a dar la orden de “¡A las armas!”. A pesar de que hay un arma de destrucción masiva de cotorras (carabina de calibre 4,5-5,5 milímetros, de aire comprimido) que fue autorizada por la Junta.

Según se ha explicado esta semana, las cotorras serán eliminadas con un plan controlado por profesores universitarios y expertos, que incluye capturas en vivo con redes y jaulas, la esterilización de huevos y que los halcones peregrinos se encarguen de la parte fea del tema biológico. Un plan cuya eficacia ha cuestionado Marina Carrete, científica del CSIC y profesora de la Universidad Pablo de Olavide.

Veremos qué pasa, pero recuerden que la Madre Naturaleza, por su cuenta, no soluciona todos los problemas. A veces hay que aplicar medidas que contribuyen a ordenar y humanizar las ciudades.

José Joaquín León