EL otoño comenzó de verdad ayer, el día de la vuelta al cole para los alumnos de primaria e infantil. A partir de ese día, ya nada es igual. Cambia el tráfico en la ciudad y se alteran las rutinas domésticas. Para algunos padres es un alivio y para otros una satisfacción. Es la diferencia entre los que saben que hay que acudir al cole para estudiar y los que están deseando que los niños no se queden en casa, por motivos varios. Es curiosa la propaganda oficial. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento abruman con unos datos que siempre se pueden resumir en dos: este año ha funcionado todo  y han abierto los colegios menos alguno raro, y este año hay récord de profesores.

La presidenta de la Junta, Susana Díaz, fue a un colegio de La Rinconada para celebrar este gran día. Cuando yo iba al cole, no recuerdo haber coincidido nunca con ningún político inaugurando nada. Eran otros tiempos. Entonces puede que se batiera el récord de alumnos. Hoy se bate el récord de profesores todos los años. En Andalucía más de 900.000 niños han vuelto a las clases, donde dispondrán de 61.562 maestros. Cada año hay menos alumnos y más profesores. ¿Podría llegar un momento histórico en que hubiera más profesores que alumnos? No lo descarten. También puede llegar un momento en que haya más pensionistas que trabajadores.

La consejera de Educación, Sonia Gaya, dijo que le preocupa más el abandono escolar que el informe PISA. En eso tiene razón. A Pedro Sánchez le preocupa el uso de los teléfonos móviles. Pero frente al autobombo cuando empieza el cole, está el abandono escolar, que es muy llamativo. En algunos barrios de Sevilla con bajo nivel de renta y alto índice de drogas (como los que ya saben y no hace falta repetir), el abandono escolar es habitual cuando los alumnos terminan primaria, o incluso antes. Estudiar está mal visto. Estudiar les parece un rollo. Estudiar no les resulta útil cuando pueden conseguir dinero con otros métodos, y no sólo ilegales.

Detrás del abandono escolar se oculta el origen del mal. ¿Por qué abandonan? En las zonas marginadas también es peor la calidad de la educación, y allí muchos niños no llegan a un nivel básico. Antes que buscar enfrentamientos absurdos y politizar la educación pública, en la Junta y el Ayuntamiento deben trabajar para que la educación sea de verdad un derecho de todos. Y eso pasa por acabar con el nivel educativo tercermundista en algunos barrios.

José Joaquín León