LA dualidad de Sevilla se nota en todo. Mientras el alcalde y los principales grupos de la oposición (el PP y Ciudadanos, que permitieron los presupuestos) visitan los barrios de las periferias, los grupos que le dieron la Alcaldía a Juan Espadas (Participa e Izquierda Unida, que ahora están unidos en Adelante Andalucía) traen a los vecinos de las periferias al centro. Y no de excursión, para ver el Museo Bellver de la Casa Fabiola, sino para protestar, como siempre han protestado los vecinos de las periferias.

El político en los barrios, prometiendo; y el vecino del barrio en el centro, protestando. Son personajes clásicos. Esas obras de teatro callejero se representan casi a diario en las precampañas. Ir a las periferias tiene un sentido misionero. Lo mismo para los religiosos que para los ateos. Es sabido que el Papa (cuando era conocido como Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires) con frecuencia viajaba en Metro y se iba a los barrios periféricos para conocer y ayudar a personas necesitadas. Algo parecido es lo que hacen nuestros políticos, si bien no por motivos religiosos, sino en misiones laicas para contarles la parábola del buen votante. También es verdad que nuestros políticos no viajan en Metro, porque en eso estamos peor que Buenos Aires, donde hay seis líneas y aún se quejan. Allí le dicen Subte. En Sevilla un arzobispo o un alcalde pueden ir en Metro a Montequinto, a San Juan de Aznalfarache, a Mairena del Aljarafe, o por ahí. Pero no se llega en Metro al Polígono Sur, ni a Los Pajaritos, ni a Torreblanca, ni a esos barrios que aparecen hundidos en la miseria de las clasificaciones.

Cuando Mahoma no va a la montaña, se procura que la montaña vaya a Mahoma. Algo así deben pensar los de Participa Sevilla e IU, pero en plan laico, pues ellos son alérgicos a la Cuaresma, y supongo que también al Ramadán. Así que Susana Serrano y Daniel González Rojas han montado una plataforma de vecinos indignados, con los que se hicieron unas fotos en las Setas (¿dónde si  no?) para demostrar que los barrios de Sevilla están hartos. Otro chiste malo: así como hay San Juan Alto y San Juan Bajo (que son dos paradas del Metro) hay Barrios Hartos y Barrios Bajos.

Las elecciones municipales se decidirán en las periferias. Por eso, el buen político, ajeno a las tentaciones del diablo participativo y unido, prefiere viajar en misiones a los barrios. Un mitin no es como predicar en el desierto. Se cuenta que así consiguió Juan Ignacio Zoido la Alcaldía, después de convencer a muchos incrédulos. Pero estos tiempos son más difíciles: unos están hartos y a otros les falta poco.

José Joaquín León