CUANDO un banco, un gran almacén, la Iglesia, una empresa o un duque venden o permutan un edificio es considerado como un pelotazo. Dicen que es otro caso de especulación capitalista, generalmente para hinchar la burbuja de hoteles de lujo en Sevilla. Mientras que si lo hace un sindicato, como CCOO, o el propietario del edificio, que es Patrimonio del Estado, es valorado como un acuerdo beneficioso para todas las partes. Eso es lo que va a ocurrir con el antiguo edificio de los sindicatos verticales del franquismo, en la plaza del Duque.

Ya lo sé, me van a decir que no es lo mismo. Porque CCOO está allí en usufructo desde 1983, sin recibir la propiedad, valorada en nueve millones de euros. Cuando se trasladen al edificio Sponsor, en la esquina de la Raza con Bueno Monreal, no le regalarán una propiedad, sino que recibirán un edificio renovado y en excelentes condiciones, valorado en más de ocho millones de euros, a coste cero. ¿Y eso qué es?

Pues es un ejemplo de lo que está pasando en Sevilla: venden el centro para la construcción de hoteles. En este caso, curiosamente, lo compra la empresa vasca Zicotz, cuyo propietario es Roberto Larrañaga, a su vez presidente de Confebask, la patronal vasca. Es decir, que la compañía del presidente de los empresarios de Euskadi consigue el edificio  con la anuencia del sindicato, que lo recibió como sede en tiempos de Marcelino Camacho, y con la autorización de Patrimonio del Estado, que lo había cedido en los acuerdos sobre el patrimonio del sindicato franquista.

A cambio, CCOO no aumenta su patrimonio (hay que dejarlo claro), sino que se alojará en un edificio permutado, el Sponsor, que se lo ha comprado Zicotz al Puerto de Sevilla por 8,2 millones, y que le adaptarán para oficinas con aparcamiento subterráneo. A cambio, después Zicotz podrá especular y burbujear con el edificio ex sindical de la plaza del Duque, para el que buscará explotación hotelera.

Voy a recordar lo mejor de todo. Antes de ser la sede de CCOO, antes de pertenecer al sindicato vertical de Franco, antes de incautarlo el Patrimonio del Estado, ese lugar tuvo otros usos. Desde el siglo XIII a 1868 estuvo allí la parroquia de San Miguel, una de las joyas del arte gótico mudéjar sevillano. En 1868 fue derribada, en las operaciones desamortizadoras de la revolución Gloriosa. Por tanto, allí había otro edificio que perteneció a la Iglesia, un magnífico y rico patrimonio que perdieron hace 150 años, precisamente.

¿Qué se diría si la Iglesia lo hubiera vendido o permutado, como ocurrió con el palacio de San Telmo y el nuevo Seminario?

José Joaquín León