ESTAMOS en la temporada de elecciones. Se diría que entre el puente de Todos los Santos y el de la Inmaculada llegan los días de gloria para las urnas. Pero hoy no me refiero a las autonómicas, sino a las que interesan por su influencia en la ciudad. Por ejemplo, las del Colegio de Abogados, anunciadas para mañana, que suceden a las del Consejo de Cofradías, que convocaron el pasado jueves. Son los jueves de las urnas de noviembre. Ahí se moviliza eso que ahora se denomina la sociedad civil, como si los políticos fueran militares, o marcianos. Las elecciones de los abogados son acongojantes: con tres candidaturas y abiertas.

Para empezar está el cargo principal, que no se denomina presidente, sino decano. En Sevilla, cuando se habla del decano del Colegio de Abogados, todo el mundo piensa en José Joaquín Gallardo. No es que lo haya sido a perpetuidad, sino sólo en el último cuarto de siglo. Cuando una persona es elegida para 24 años será por algo. Posiblemente, porque no había otro mejor; o si lo había, no se le notaba, ni los compañeros votantes se lo habían creído. MI tocayo José Joaquín tiene mérito porque ha conseguido lo ideal de todo cargo de responsabilidad, que es unirlo a la persona hasta hacerlo indisoluble. Su gestión ha sido reconocible y reconocida.

Es parecido a lo que pasaba antes en las cofradías, cuando el hermano mayor no se limitaba a los dos mandatos, sino que podía durar lo que las familias predominantes (con frecuencia la suya y otra más) decidieran. A veces, ponían a otro, pero seguía mandando el mismo. Recuerdo que Antonio Lopera, que fue director del hotel Alfonso XIII, me preguntó una vez en los palcos quién era el nuevo hermano mayor de cierta cofradía, y al decírselo puntualizó: “Pero ese no es el que manda”.

Se recuerda esto de las cofradías porque la evolución de los abogados es bastante parecida. Ahora algunos quieren limitar los mandatos. Y se etiqueta a los tres candidatos. Se podría definir a Óscar Cisneros como el más continuista por haber sido vicedecano, Francisco Baena el que llega de renovador siendo tan conocido, y Silvia Muñoz la candidata de las mujeres que se presentan sin ningún hombre.

Las elecciones de los abogados son de listas abiertas, como en otros colegios profesionales. Es una singularidad que puede originar sorpresas. Por lo demás, las elecciones con tres candidaturas son la repera, por lo emotivas que resultan. Aunque en las anteriores hubo hasta cinco. Gallardo consiguió casi los mismos votos que los otros cuatro sumados. Ya veremos qué pasa mañana con los abogados y abogadas.

José Joaquín León