LA iglesia de Santa Catalina volverá a abrir el próximo domingo, 25 de noviembre. Es una noticia de las que parecen increíbles. El templo fue cerrado hace 14 años. Desde entonces su restauración se convirtió en una historia interminable. Ha superado dificultades que no se deberían olvidar cuando retorne la normalidad. San Isidoro, San Vicente o El Salvador son otros templos sevillanos restaurados con dolor, aunque parece que ya nadie se acuerda. En Santa Catalina no sólo abrirán unas puertas, sino que regresarán tres hermandades: una de penitencia, la Exaltación, y dos de gloria, Santa Lucía y el Carmen y el Rosario.

Como en tantas ocasiones, parece que las hermandades son lo único importante. Se ha hablado más de los traslados de vuelta que del acontecimiento de reabrir un templo que parecía irrecuperable. La Exaltación y Santa Lucía regresan el sábado, con sus imágenes trasladadas en andas. Mientras que las del Carmen y el Rosario volverán en un traslado privado. Eso que ahora parece como un pecado mortal, pero que era habitual en Sevilla. Todo movimiento de una imagen sagrada no debe ser procesional a la fuerza.

La polémica, como se sabe, surgió cuando dijeron que la Virgen del Rosario iría en su paso porque en andas tenía dificultades técnicas. A la idea de salir en sus pasos se sumaron la Exaltación y Santa Lucía. Se iba a montar algo así como una Procesión Magna de la iglesia de Santa Catalina, con cinco imágenes titulares en pasos. Ante lo que se veía venir como demasiado jubiloso, intervino el Arzobispado. Al delegado de Hermandades, Marcelino Manzano, le tocó hacer de hombre malo (aunque él es bueno), y lo cortó en seco. Así se llegó a la decisión aprobada, que dejaba clara la prohibición de bandas de cornetas y tambores y otras músicas que no sean corales. Discreción, por encima de todo.

Volver a Santa Catalina es lo importante. Volver a revivir escenas que parecían perdidas con el Cristo de la Exaltación, la Virgen de las Lágrimas, Santa Lucía, la Virgen del Carmen y la del Rosario. Sin embargo, esa alegría creará otro vacío, imposible de llenar. Quedarán unos huecos, el recuerdo de las ausencias, en la parroquia de San Román. Cuando transcurran los años y se recupere la normalidad en Santa Catalina, y en los Terceros, ¿qué ocurrirá en San Román? En ese sector abundan templos, y también conventos, con graves problemas. Uno de ellos, el de Santa María del Socorro, cerró recientemente.

El futuro de San Román también hay que valorarlo y planificarlo. Estará condicionado por el de Santa Catalina.

José Joaquín León