EL populismo de derechas coincide con el de izquierdas en las payasadas de algunos de sus grupos. Sin embargo, en la extrema izquierda parece que han cambiado la estrategia. Los concejales de Participa Sevilla empezaron colocando colgaduras en sus bancadas municipales. Después han enviado manifestantes a la Plaza Nueva, pero dentro de un orden. Por el extremo derecho había tranquilidad. Ayer, en este final de campaña, un grupo de militantes de Vox apareció ante los Juzgados del Prado con banderas de España (constitucionales) y con bandejas de chorizos y barras de pan. Para recibir a Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Magdalena Álvarez bajo el lema “No hay pan para tanto chorizo”.

Estas manifestaciones costumbristas son extravagantes y llaman la atención. Pueden dar o quitar votos, según lo vea cada cual. Tienen una gracia que maldita la gracia que les hace a los afectados. Aporta visibilidad. Sin embargo, es evidente que resta seriedad y añade pitorreo al asunto de los ERE, como caso de presunta corrupción de ex presidentes de la Junta. El incidente no fue a mayores, ni tuvo agresividad; se quedó en anécdota.

Con el chorizo y el pan, Vox se ha puesto al nivel de otros casos parecidos, como las apariciones de José María Ruiz-Mateos disfrazado de Superman. Sus comparecencias en los juzgados se convirtieron en una sucesión de tipos carnavalescos, como la vez que apareció disfrazado de preso, o con un capote. Cada aparición tenía su detallito y creaba expectación. Se convirtió en un personaje peculiar.

¿Y eso le ayudó? Las payasadas tienen un público. Conviene recordar que en 1989, cuando se presentó al Parlamento Europeo con la Agrupación Electoral Ruiz-Mateos, obtuvo dos escaños y fue la sexta fuerza más votada en España, con más de 600.000 votos. José María Ruiz-Mateos fue eurodiputado durante cinco años. Después la agrupación no consiguió representación en las demás elecciones.

Con aquello y lo de Jesús Gil se notó que un populismo de derechas también existe, y que sólo necesita un discurso oportunista y las circunstancias adecuadas para salir del agujero de la insignificancia. El frikismo de derechas siempre ha tenido un ideario sucinto, liviano y anecdótico, que se ha basado en lo pasional. Sin embargo, nunca han tenido capacidad para construir alternativas estables.

Con el pan y el chorizo se puede conseguir un minutito de gloria, pero no favorece para el debate de las ideas, ni aporta fiabilidad. Antes o después, las payasadas políticas se vuelven en contra.

José Joaquín León