EN el distrito del Casco Antiguo tienen un buen problema con el futuro del mercadillo de El Jueves. Ahí el delegado, Juan Carlos Cabrera, va a necesitar toda su diplomacia en lo alto de la mesa, para dar una de cal y otra de arena, y lo que te rondaré morena. Los argumentos que esgrimen tanto la asociación de los comerciantes del mercadillo como los vecinos son defendibles. Por lo que cualquier decisión que adopte el Ayuntamiento será insatisfactoria. Si El Jueves es trasladado a otro lugar (supongamos a la Alameda, que está cerca) será malo. Y si se queda en Feria, también. Aparte de otros problemas vinculados, como el número de puestos y el tráfico.

Por un lado, los vecinos del sector de la plaza de Montesión y la calle Feria han elevado sus quejas al distrito. Reclaman una nueva regulación del mercadillo de El Jueves, incluso que lo trasladen a otro lugar. Se basan para ello en deficiencias de seguridad, falta de higiene y ruidos. Alegan, entre otras cuestiones, que no pueden usar sus garajes, que  se quedan bloqueados de 7 a 15 horas todos los jueves, que hay ruidos desde la madrugada, que algunos participantes  se quedan a dormir en las calles, y que después las dejan sucias, con restos de todo tipo, incluso de orina. Están más hartos que en los barrios hartos.

Por otro lado, los comerciantes de la Asociación Mercadillo Histórico Popular El Jueves han apelado a la historia. Se han referido nada menos que al Santo Rey Fernando, en cuyos tiempos ya existía supuestamente este mercadillo, y a Miguel de Cervantes, por su Rinconete y Cortadillo. A partir de ahí no están por la labor de reducir los puestos a 104. Dicen que los vecinos de Feria, desde que nacieron allí, o antes de comprar un piso en dicha calle, ya sabían que los jueves había Jueves. Por tanto, si no les gusta, haberse ido a vivir a Triana, por ejemplo, o a Ciudad Jardín, o donde sea. La tradición es la que es, y siempre origina inconvenientes. Véanse la Semana Santa y la Feria, así como otras fiestas mayores y menores.

Pase lo que pase, van a quedar mal. El vecindario del siglo XXI es menos partidario de jaleos que en tiempos pasados. Los puestos del siglo XXI, salvo excepciones, no son tan atractivos como los de siglos pretéritos. Hay una parte que si se suprime no pasa nada. A día de hoy, es verdad que a nadie sensato se le ocurriría inventar un mercadillo en Feria, teniendo cerca la Alameda, que es mejor para eso.

Tenemos el eterno combate entre el pasado y el futuro. Nadie se atreve a romper una tradición, excepto que muera de vieja. Nadie se atreve a inventar algo mejor.

José Joaquín León