LA Cabalgata de Reyes Magos está organizada por el Ateneo de Sevilla, pero cada año tiene más influencias de eso que se conoce como el mundo cofrade. Es decir que una Cabalgata como esta sólo puede salir en una ciudad como esta. No se trata de que Alberto Máximo Pérez Calero, como presidente de la Docta Casa que es, ejerza las funciones propias del Consejo de Hermandades y Cofradías. Pero en ese cortejo hay un razonable eco. Ayuda que el director de la Cabalgata sea Manuel Sainz Méndez, con experiencia compartida en ambos mundos, que en realidad son el mismo, con dos formas diferentes de verlo.

En el desayuno de La Raza, cuando presentaron la Cabalgata, dijo Sainz que el cortejo tiene “un tiempo de paso de 45 minutos y una longitud de 1,5 kilómetros”; y que participan “3.000 personas, 800 voluntarios, 1.000 niños, y siete bandas de música”. ¿Lo ven? Se empieza así y se termina poniendo un palquillo en la Campana. O discutiendo si el itinerario de la Cabalgata es mejor al derecho o al revés.

Siempre me ha extrañado que no se les haya ocurrido poner sillas, como en Semana Santa y el Corpus. En cuanto al itinerario, que es como una carrera oficial sin Catedral, ha tenido modificaciones a lo largo del tiempo, pero también se divide el mundo entre quienes piensan que es mejor dejarlo como está y quienes lo cambiarían todos los años si pudieran.

A lo cual se añaden las siete bandas de música, que son de marcado sesgo cofradiero. Las interpretaciones son diferentes, aunque hay capillitas maliciosos que aprecian contagios musicales en la doble dirección: dicen que tocan marchas en Semana Santa que parecen de la Cabalgata y en la Cabalgata que parecen de Semana Santa. Y es verdad que todavía no se publica quiénes son los vestidores de los Reyes Magos, pero ya falta menos.

Este año han elegido a Miguel Gallego, Ángel Aguado y Cristóbal Martínez como representantes de Sus Majestades de Oriente. Ayer  recorrió las calles el Heraldo Real, Alejandro Cardenete. Este heraldo ejercer su función como los bandos de las vísperas, cuando se anuncia lo que está por venir. Las propias vísperas son un anticipo de la Semana Santa, que empieza precisamente en el Porvenir.

Tanto la Cabalgata como las cofradías despiertan ilusión. Ilusión de niños en Reyes. Ilusión de niños en el Domingo de Ramos. Cada cosa en su tiempo, no hay que confundirlas. Pero se atan con un lazo común, que es el amor de Sevilla por sus fiestas mayores, cuando la ciudad se transforma y expresa lo que de verdad siente.

José Joaquín León