LA carrera presidencial de Juan Manuel Moreno Bonilla para la reconquista de Andalucía comenzó con una foto delante del Don Ángelo, aquel puticlub, donde le acompañó la cúpula del PP andaluz; y culminó ayer con otra foto delante del Palacio de San Telmo, donde le acompañaron los consejeros y consejeras. En total, eran 12, como los apóstoles, y posaron delante del antiguo Seminario. Dijo el nuevo presidente de la Junta que hoy comienza a rodar el balón. Al nuevo Gobierno andaluz se le dará bien el baloncesto, no en vano tienen a Javier Imbroda. La historia se ha escrito así, entre dos fotos. La del puticlub representó los abusos de la Junta. y la del antiguo Seminario simboliza el pacífico asalto a los cielos de San Telmo, urnas mediante.

La toma de posesión, curiosamente, no fue amenizada por los que suelen acudir a esos actos para protestar por algo. Por el contrario, estaban allí las fuerzas vivas, incluidos los empresarios y los sindicatos, a los que saludó el presidente Moreno en su discurso. Le han concedido al PP y a Ciudadanos al menos un día de gracia.

Aunque para gracia la que tuvo Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente saliente de la Junta, al decir que no hacían faltas auditorías y que todas las cuentas estaban claras en una tarjeta que mostró. ¡Ay, Chiqui, ten cuidado con las tarjetas! Se sabe que las recarga el diablo. Con las tarjetas de la Faffe y con el recuerdo del puticlub empezó todo. En este país las tarjetas están malditas. Y en Andalucía, peor. Aquí se habla de tarjetas y la gente se echa a temblar. Decir que todas las cuentas están en una tarjeta es de humor negro.

Todo se hizo con la normalidad que requería el caso. Los poderes se traspasan como unos señores y unas señoras, aunque por detrás estén jurando en arameo. Para jura, la de ayer. De los 11 consejeros juraron ocho y sólo prometieron tres: uno del PP (Elías Bendodo) y dos de Ciudadanos (Javier Imbroda y Rogelio Velasco). Ya verán lo que van a tardar en decir que están vendidos a la Iglesia y todo eso que le gusta a Pedro y Pablo, los del Valle de los Caídos. Por contra, los voxeros han difundido que la consejera Rocío Ruiz es anticapillita.

También hubo un consejero (Jesús Aguirre, del PP) y una consejera (Rocío Ruiz, de Ciudadanos) que se equivocaron y juraron guardar los secretos del Consejo de Ministros. ¿En qué estarían pensando? Puede que en María Jesús Montero, que hizo carrera de consejera a ministra; o en la ida y la vuelta de Rosa Aguilar.

De momento, toca ida por la Avenida. La ocupación del Palacio de San Telmo se ha consumado y colorín colorado.

José Joaquín León