LA gente se lo ha tomado a guasa, y yo también, pero es un asunto muy serio. La coincidencia de la campaña electoral con la Semana Santa abre un escenario insólito. En Sevilla sabemos que esos días son sagrados y merecen respeto. Por supuesto que hay personas a las que no les interesan las cofradías ni sus procesiones. Parte de ellos se van, incluso lejos, como aconsejó cierta señora. Adiós, adiós... El Viernes de Dolores (el día que comienza la campaña) podrán ver cientos de coches entrando en Sevilla, pero también saliendo. Se supone que la mayoría de quienes se quedan es para disfrutar de la Semana Santa (el arte de la penitencia, los gozos de la Pasión), o al menos para no incordiar.

Todo sobra en esos días. Un Sevilla-Betis se convierte en un motivo de controversia entre el Cecop y la LFP. Tebas se pudo buscar otra fecha, teniendo en cuenta que el calendario está trucado. Pero una campaña electoral es demasiado. Se puede suponer que esos días en Sevilla serán de política a medio gas. Un mitin en la tarde del Jueves Santo, mientras sale la Quinta Angustia, no es posible. Ese día es más propio que el alcalde Espadas y la representación municipal vayan y vuelvan de los Santos Oficios en la Catedral. Lo mismo se puede decir del Domingo de Ramos, cuando el alcalde y los portavoces del PSOE, PP y Cs participan en la antepresidencia de la Hiniesta; o el Sábado Santo, cuando acuden al Santo Entierro.

La Semana Santa no es la Feria. Suelen decir que una campaña electoral en Feria es una alegría para todos, porque basta con dejarse ver por las casetas amigas y acudir a recepciones. Si vienen Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, incluso Pablo Iglesias y el emergente Santiago Abascal pasea a caballo tendrían garantizadas las fotos en los periódicos, y todo el mundo lo asumiría como lo más normal.

Por el contrario, en Semana Santa ocurre al revés. Los personajes antes citados se diría que están manipulando los sentimientos y creencias de los sevillanos, si acuden en plena campaña a la salida de San Esteban, la entrada del Baratillo, a hacerse fotos con los armaos de la Macarena o a ver a la Esperanza cuando vuelve por el puente de Triana. Todo eso, que en condiciones normales sería agradecido, se puede convertir en tabú y ser criticado.

En resumen, la campaña electoral debería abrir un amplio paréntesis en Sevilla durante la Semana Santa. Nos conformamos con media campaña. El Viernes de Dolores la abren, ¡qué dolor de candidatos! Y el Domingo de Resurrección cierran el paréntesis. Cada cual en su bulla.

José Joaquín León