CUANDO se acerca otro 28-F, tan distinto, tan distante, en el PSOE se ha abierto el duelo fratricida de las dos sevillanas: Montero contra Díaz, o María Jesús contra Susana. Ahí se está ventilando el liderazgo del PSOE de Andalucía. Puede que también la siguiente candidata a la Junta. En ciertos momentos fue sugerida la alternativa de Juan Espadas, por no recordar la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Sin embargo, ambos parecen descartados para esas guerras intestinas. Espadas va a pelear por seguir como alcalde de Sevilla, que es la capital más importante que le queda al PSOE. Si vuelve a ganar, ahí quedó; y si la perdiera no lo iban a ascender. En cuanto a Celis, ejerce una labor discreta como delegado del Gobierno, a diferencia de la presencia que tenía el cargo con Antonio Sanz.

Susana Díaz no ha tirado la toalla del abandono. Sabe que en política lo blanco y lo negro pueden cambiar. En su propio caso encuentra el ejemplo. Suponíamos que había liquidado a Pedro Sánchez para liderar el PSOE. Sin embargo, tras la moción de censura a Rajoy y las elecciones andaluzas, ahora parece lo contrario. Susana sueña con volver a darle la vuelta a esa tortilla. “Estoy deseando sacarme la espinita en las elecciones generales”, ha declarado ella, lo que se puede interpretar en un doble sentido. Sería la revancha contra el pacto que la desalojó de San Telmo, y también contra quienes la intentan defenestrar.

Un mal resultado de Pedro Sánchez recrudecería el debate interno del PSOE, a la espera también de lo que pueda ocurrir en las elecciones municipales de mayo y las europeas. Se da por seguro que el éxito o el fracaso serán por partida doble. Lo que ocurra en abril repercutirá en lo de mayo. A partir de junio, con un nuevo Gobierno (si son capaces de formarlo) y nuevos ayuntamientos, se abriría un escenario ideal para utilizar los cuchillos.

En poco más de tres meses, sin presentarse ella, Susana Díaz se juega su futuro. Hasta que fue nombrada ministra de Hacienda, María Jesús Montero era etiquetada como una susanista. Ambas comparten detalles en sus perfiles, como ser sevillanas, trianeras, de origen ligado a movimientos católicos… Pero Montero estudió Medicina y entró como una consejera técnica e independiente en la Junta. Y ahora, lo que son las cosas, es vista como afín a Pedro Sánchez, que le ha dado carrete para que aspire a baronesa andaluza. Por el contrario, Díaz se formó en el aparato del partido, y dejó a algunos y algunas en el camino. No es la Cruella de Vil del PSOE de Andalucía, pero tampoco se chupa el dedo y sabe que le están moviendo la silla.

José Joaquín León