ES normal que ninguna persona sensata se quiera dedicar a la política. Los partidos buscan independientes y Manueles Valls a lo loco, pero los señores y señoras con cierto prestigio social se resisten. No es sólo que ganen menos (si renuncian a un buen sueldo mientras los acusan de ladrones del pueblo), sino que además se ponen en el ojo del huracán. Tal como está el patio de la transparencia y el mamoneo, tienen amplias posibilidades de ser empurados a las primeras de cambio. Y convertirse en un presunto, así por las buenas. Ahí tenemos el caso de Juan Carlos Cabrera, el teniente de alcalde de la Seguridad Ciudadana, al que la juez Reyes Flores atribuye un delito de prevaricación omisiva, en la macrocausa de la mafia del taxi.

Yo no sé si Cabrera cometió prevaricación omisiva o no. Pero es un caso que recuerda, en cierto modo, a lo ocurrido en el referéndum ilegal catalán del 1 de octubre de 2017. Aquella mañana, cuando Juan Ignacio Zoido era ministro de Interior, llegaron muchas imágenes de los policías zurrando y los mossos compadreando. Los polícías tienen dos opciones para disolver conflictos: por las buenas o por las malas. Si no les hacen caso por las buenas, ¿qué pasa? ¿Hasta dónde pueden pegar palos por las malas? Esto es como los empujones de los penaltis en el VAR: ¿ha sido suficiente palo para el derribo? Aquella mañana, en Cataluña, mandaron parar los palos. ¿Y entonces qué? ¿Fue prevaricación omisiva? ¿Dónde está el límite?

Si Cabrera hubiera montado una carga activa en el aeropuerto, muchos de quienes le acusan de omisivo le hubieran tachado de agresivo y salvaje. Por supuesto que no justifico una inhibición. También se trata, en este caso, de aclarar la supuesta amistad entre el responsable político de la Policía Local y el líder de los taxistas. Entonces se llega al momento de la foto.

Muchos sabíamos que circula por Sevilla una foto de la boda civil de Enrique Filgueras, que era presidente de la Asociación Hispalense de Solidaridad del Taxi. Dicha boda fue oficiada por Juan Carlos Cabrera, que afirma no ser amigo (sino conocido) del ex líder de los taxistas. En esa boda había otras personas y otras fotos. El señor Cabrera, por su cargo, es muy fotografiado. En un acto en el que estuve coincidieron, además de Cabrera y el ex alcalde Monteseirín, el portavoz del PP, Beltrán Pérez, y el portavoz de Vox en el Parlamento Andaluz, Francisco Serrano, ya electo. Vaya maravilla de foto todos juntos.

¿Y qué? Hay fotos engañosas. Igual que lo pueden ser los límites de la omisión prevaricadora, el exceso o el defecto.

José Joaquín León