LAS elecciones municipales son como un análisis de sangre de las ciudades. Una vez que tienes los resultados, el doctor o la doctora pueden hacer un diagnóstico. En el caso de Sevilla nos ha salido que  se encuentra bastante bien para su edad, y para los achaques que le atribuyen, y no padece tantos excesos y defectos como suponían algunos sevillanos que son quejicas. A Sevilla le ha salido en los análisis que está bastante equilibrada. Será por su carácter y porque se cuida. Aquí el colesterol de los partidos sigue en los límites convencionales. En el siglo XXI sólo hemos tenido alcaldes del PSOE y del PP (mayormente del PSOE), y se cambió con naturalidad. Sevilla no es como Madrid o Barcelona y está vacunada contra el sarampión de los populismos.

Fíjense en las discusiones que hay en Madrid y en Barcelona para sus alcaldes o alcaldesas, mientras que en Sevilla está Juan Espadas la mar de tranquilo. En Madrid, cualquier partido se convierte en dos, sin que sepamos las causas. ¿Qué diferencias ideológicas existen entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón? En Madrid, plantean varios cambalaches que pueden inclinar la Alcaldía hacia Manuela Carmena o hacia José Luis Martínez Almeida, pero también la ha reclamado Ciudadanos en un trueque chungo para Begoña Villacís (que obtuvo un mal resultado en las urnas), y poco ha faltado para que la pida el PSOE para Pepu Hernández, que ha querido seguir la carrera de Javier Imbroda. Como si todos los entrenadores de baloncesto sirvieran para políticos.

En Barcelona, el análisis de la sangre política sale todavía peor. Se trata de elegir entre susto o muerte. Entre permitir que gobierne el independentista Ernest Maragall, de ERC, un hombre que parece eternamente cabreado, o dejar a Ada Colau, de En Común Podemos, o lo que sea. Es decir, que se trata de elegir entre un independentista y una comunista. A Manuel Valls, que iba de farol con Ciudadanos, le parece que una comunista es lo menos malo.

Esas discusiones, en Sevilla, suenan a otro planeta. El mérito no es solamente de Juan Espadas, sino también de los sevillanos, que lo han revalidado en el Ayuntamiento. Todos los electos municipales de Sevilla, en general, son de mejor talante que sus partidos. Esto no sólo vale para Juan Espadas, Beltrán Pérez y Álvaro Pimentel, sino incluso para Susana Serrano, la de Adelante, y Cristina Peláez, la de Vox. Sevilla, en general, con pocas excepciones, es una ciudad equilibrada, para nada radical. ¿Y por qué? A lo mejor la Semana Santa y la Feria tienen algo que ver. Favorecen una cultura de la convivencia.

José Joaquín León