UNA vez que Juan Espadas ha tomado posesión de la Alcaldía llega el tiempo del nuevo gobierno municipal. ¿Nuevo? Ese gobierno seguirá formado por Antonio Muñoz y Juan Carlos Cabrera. Y algunos más…  Muñoz y Cabrera forman el dúo dinámico de las concejalías. Muñoz y Cabrera son como Manolo y Ramón, o como Simon & Garfunkel, puede que incluso como Ortega y Gasset (que era uno, pero parecía dos, porque era él y sus circunstancias), o como los niños de sus ojos. Se dijo que son su mano derecha y su mano izquierda, con cierta guasa, porque Cabrera estaría orientado hacia los rancios y Muñoz hacia los progres, uno con corbata y otro con polito negro. Uno para arañar votos por aquí y otro para conseguirlos por allí. Entre ambos se reparten el pastel, y a los otros y a las otras les dejan alguna ración.

Así, pues, lo esencial del nuevo gobierno es que se quede como estaba, Virgencita. Muñoz lleva el trípode que mueve la ciudad: el urbanismo, el turismo, la cultura. Los nuevos proyectos de ladrillazos que se atisban, las derivaciones del turismo, los premios, congresos, bodas, y demás eventos… ¡Ay, si Rojas-Marcos hubiera tenido un Muñoz para encargarle sus Juegos Olímpicos! A lo mejor ya nadie diría lo de los jaramagos del estadio faraónico, donde hubo hasta una beatificación y fue la Esperanza Macarena, y disputaron finales de copas como las que ahora vienen a Heliópolis o Nervión, pero entonces iban a La Cartuja, el distrito al que le cabe todo.

La otra mano, la derecha, con perdón, es de Juan Carlos Cabrera, que podría ser considerado el concejal de los marrones: la Policía Local y el tráfico denso, los taxistas, la seguridad para que no haya carreritas y la Semana Santa siga siendo reconocible incluso en la carrera oficial, la Feria a la que lidia con grandes capotazos… Eso, en Sevilla, es como ser ministro del Interior. Porque es lo que interesa a la gente de aquí. Mientras que la gente de allí se fija más en el urbanismo y el turismo, que es donde hacen los buenos negocios.

Aunque casi nadie se lo cree, también existen otros concejales del PSOE. Al parecer, van a nombrar portavoz a Adela Castaño. Ser portavoz del partido que gobierna es menos vistoso que serlo de la oposición, donde se puede despachar a gusto. En lontananza aparecen José Manuel Flores (con los barrios pobres) y David Guevara (con el arboricidio) como concejales emergentes y de altos riesgos, que pueden ser quemados o sobrevivir a los incendios políticos. Y Sonia Gayá como el recambio de la señora Castreño, a la que quizá recuperen para algo.

Los concejales de Espadas son como los 10 mandamientos, que se resumen en dos.

José Joaquín León