UNA de las grandes incógnitas para el PSOE, después de las elecciones municipales, era la continuidad de Fernando Rodríguez Villalobos como presidente de la Diputación Provincial de Sevilla. No era una cuestión menor, sino que afectaba directamente a la línea de flotación en la estabilidad del PSOE-A. Enseñaron cuchillitos afilados y hubo amagos de cortar cabezas. Pero, al final, los pedristas los han envainado y los susanistas han respirado con alivio. Ha sido un pacto de conveniencia. Así los seis presidentes  socialistas de las diputaciones andaluzas, todos ellos susanistas, continuarán en sus cargos. A cambio de colocar como diputados provinciales (siempre con buenos sueldos, no se olviden de ese detalle) a algunos cualificados pedristas.

Mantener a Fernando Rodríguez Villalobos al frente de la Diputación de Sevilla era justo. Su gestión en la provincia ha sido buena, muy del tipo de Espadas. Nada de incordiar y mucho de agradar. Ha convertido el patio de la Diputación en una sucursal de palacio de ferias y exposiciones de la provincia. Tenía contentos a los ayuntamientos socialistas y razonablemente satisfechos a los demás partidos, ninguno de los cuales (ni siquiera Ciudadanos) pide ya la supresión de estas instituciones. Además de su gestión, es un político con relieve en el PSOE sevillano.

Es como el complementario de Francisco Toscano, salvando las distancias entre Dos Hermanas y Castilleja de la Cuesta. A Toscano se le atribuye la paternidad política sevillana del pedrismo, por haber sido el primero en orientarse públicamente de las cualidades del líder. A Villalobos se le presenta, en sus currículos políticos, como el primero (o uno de los primeros) en percatarse de las habilidades de Susana Díaz como lideresa. Algo así como su padrino político; hasta donde lo pudo tener ella, que era una alumna aventajada y curtida en los sinsabores municipales sevillanos. Por consiguiente, cargarse a Villalobos como presidente de la Diputación, hubiera sido algo parecido a matar al padrino político de Susana. Quizá sea un poquito exagerado, pero por ahí iba la cosa.

Tras el pacto con los pedristas, y la inclusión de algunos como diputados, Verónica Pérez (la fiel Verónica, la que un día saltó a la fama en Ferraz) ha elogiado en un comunicado al nuevo equipo de la Diputación “bajo el liderazgo de Fernando Rodríguez Villalobos, un magnífico presidente cuya gestión reconocen todos los alcaldes y alcaldesas de la provincia”.

Una vez más, se les entiende todo. Ha llegado el momento de guardar las armas blancas y cubrirse con la piel del cordero.

José Joaquín León