SEGURAMENTE Sevilla es la ciudad más monárquica de España. En una encuesta reciente sobre el rey Felipe VI, apareció que Andalucía es la comunidad española más monárquica, sin duda por la influencia sevillana. Esto se nota en muchos detalles, porque la monarquía se basa en la Familia Real. En casi todos los ámbitos económicos y sociales sevillanos, las familias reales son importantes y actúan con mentalidad de sucesión. Hay empresas familiares, colegios familiares, hermandades familiares… Y como aquí hay unos Reyes Magos que no gobiernan, pero tienen un alto rango moral, también funcionan con cierto ajuste a los principios de la monarquía.

Se aprecia en los nombramientos de los Reyes Magos de este año. La siguiente generación ha llegado al poder, y se nota. Los tres Reyes Magos de 2020 tienen linaje. Proceden del mundo empresarial y económico con reconocido prestigio, con una  valía acreditada. Es decir, son personas que se lo han currado y se han preparado para eso. Igual que se decía de Felipe VI, que es el rey más preparado. Pero detrás tienen un ejemplo familiar que les ha ayudado a desarrollar las capacidades.

Así el rey Melchor de 2020 será Enrique Ybarra Valdenebro, que es empresario, fundador y presidente de la multinacional de autobuses turísticos que ya opera en 115 ciudades. Ybarra tiene ese apellido tan importante en Sevilla y en el BBVA. Con Y, como se recordaba en el anuncio. Una familia ilustre. Como lo es la familia del rey Gaspar, José Luis García-Palacios, presidente de la Caja Rural del Sur, donde sustituyó a su padre, tan recordado. Igualmente tiene un origen familiar muy notable el rey Baltasar, Gabriel Rojas, empresario, promotor y ganadero, que ha consolidado y levantado el grupo Gabriel Rojas, fundado por su tío, asimismo recordado también como presidente del Sevilla.

Y no sólo los Reyes Magos. La Estrella de la Ilusión será Reyes Romero, hija del hostelero Antonio Romero, y empresaria de hostelería ella misma. O el Mago de la Ilusión, que será el abogado José Moya Yoldi, hijo de Pepe Moya y Concha Yoldi.

Como en la vida real, vemos que la siguiente generación ya se ha afianzado y brilla, de lo que nos alegramos. Algunos representantes de la generación anterior han fallecido, o siguen ejerciendo sin llegar a eméritos. Pero es bonito que la tradición hereditaria continúe, como símbolo y testimonio de que no se ha sembrado en vano. Y también de que las nuevas generaciones no son hijos de papá y mamá, y no viven del cuento, sino personas que se han esforzado por seguir un ejemplo.

José Joaquín León