EL  dragado del Guadalquivir se ha convertido en un mito, como el canal Sevilla-Bonanza. El Tribunal Supremo se ha pronunciado contra las obras del dragado, según estaba previsto en el anulado Plan Hidrológico. Sin embargo, el presidente del Puerto, Rafael Carmona, está en otra dinámica, que es la de un nuevo dragado ecológico y de mantenimiento. La semana pasada presentó el proyecto. El mantenimiento es importante. Quienes todavía tenemos coche, sabemos que los mantenimientos sirven para algo; para que le cambien los filtros y el aceite, y lo pongan a punto, y te casquen de 300 euros para arriba, aunque estaba la mar de bien. Pues eso es lo que le van a hacer al río Guadalquivir: un dragado de mantenimiento. No asustarse.

La Plataforma de Enemigos del Dragado (que no funciona como tal, pero actúa) siente el mosquito ribereño detrás de las orejas cada vez que oye la palabra mágica: dragado. Para muchos significa cargarse Doñana. Sin embargo, el futuro del puerto depende de los equilibrios y sus capacidades. Sevilla tiene el puerto que tiene, y caben los cruceros que caben. Ni dragando, ni sin dragar, será posible que el Symphony of The Seas, de la Royal Caribbean, el mayor crucero del mundo, pueda llegar a la vera de la Torre del Oro. Se habla de un barco con 18 cubiertas, con capacidad para 6.780 pasajeros y 2.100 tripulantes. Con los cruceros pasa como con los rascacielos, que se dedican a batir récords.

Por otra parte, los grandes cruceros son cuestionados por su impacto ambiental y por masificar las ciudades con turistas de un día. En Venecia, esa ciudad que sirve de ejemplo para Sevilla, están ya hartos. En Venecia odian a los cruceros y a los cruceristas. En Barcelona no llegan a tanto, pero los de la CUP y Ada Colau los tienen en el punto de mira. Por supuesto, son casos diferentes. En Sevilla sólo entran cruceros de porte medio. Aún así a veces llaman poderosamente la atención.

El presidente del Puerto, Rafael Carmona,  ha cambiado de planes. Anuncia que van a favorecer la biodiversidad en el río. También intenta que la capacidad de navegación del Guadalquivir por lo menos se quede como estaba. Para lo que deben retirar 1,4 millones de metros cúbicos de sedimentos, que han reducido el calado en la canal de navegación y perjudican las travesías. Los sedimentos serán destinados a las playas de Sanlúcar, con la que Sevilla se ha hermanado para el V Centenario de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. Esto se apunta como curiosidad.

Sevilla siempre fue marinera y siempre tuvo el problema del río navegable.

José Joaquín León