EL alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y el arzobispo, Juan José Asenjo, han firmado un convenio para la rehabilitación integral del barrio de Los Pajaritos. Muchos se habrán preguntado: ¿por qué lo firmó el arzobispo? Porque es el presidente del Real Patronato de la Vivienda. En los últimos tiempos, firmar un documento no llama la atención, pues raramente se cumplen. Pero en este caso existe un compromiso para coordinar los recursos municipales, a través de Emvisesa, con las vías de financiación que pueda aportar el Patronato. El arzobispo cumplirá así con la doctrina social de la Iglesia, en un barrio acuciado por la pobreza. Y el Ayuntamiento cumplirá con su responsabilidad, ya que allí hay 474 viviendas de titularidad municipal. Aunque también afectará a 1.180 viviendas de la zona Nazaret-Los Pajaritos que fueron promocionadas por el Patronato.

No es la primera vez que intentan remodelar este barrio, que lidera la pobreza en España. Emvisesa ya ha reconstruido una parte de Los Pajaritos, con 96 nuevas viviendas, tras realojar a los vecinos que allí residían. Más de la mitad de esas familias realojadas decidieron no volver y quedarse en otras zonas. Para cubrir las bajas, nuevas familias han optado a los pisos.

La primera remodelación no ha sido un éxito, precisamente. El Ayuntamiento, según ha explicado Espadas, ha buscado una alternativa para la tarea pendiente. Mejorarán las viviendas actuales, sin realojar a los vecinos. Esta fórmula es arriesgada. Hasta ahora, en las rehabilitaciones de la Junta de Andalucía, la construcción de pisos nuevos, con realojos, ha funcionado bien en otras ciudades. El todavía Defensor del Pueblo, Jesús Maeztu, antes de su experiencia en el Polígono Sur, trabajó en el Cerro del Moro, de Cádiz, como párroco, y cumplió una gran labor social para la transformación de un barrio que también era marginal y castigado por la droga.

Además de construir nuevos pisos, para la salvación de Los Pajaritos hacen falta medidas de choque. Diríamos que una labor misionera para recuperar valores cívicos. Pero ni siquiera eso sería suficiente sin una actuación que erradique los efectos de la droga y la delincuencia. Recuperar la seguridad y la normalidad ciudadana es imprescindible. Los vecinos no necesitan sólo un piso digno, también un entorno agradable, donde la convivencia sea lo normal y donde nadie sienta miedo.

La firma del acuerdo es un indicio de que el alcalde se lo está tomando en serio. Después de cuatro años, ha entendido que Sevilla no puede  soportar la marginalidad extrema como si fuera inevitable.

José Joaquín León