SI Gustavo Adolfo Bécquer hubiera sido concejal del PP, hubiera modificado su popular rima de las golondrinas. Se hubiera quedado en “Volverán las oscuras ratas en tu portón sus nidos a colgar…”. O algo así, yo no me voy a poner a enmendarle las rimas al gran poeta de San Lorenzo. En Sevilla, casi todos los poetas salen del barrio de San Lorenzo, probablemente por inspiración del Hijo de Dios, y porque la Soledad es de por sí poética. Pero no se trata de poesía, sino de ratas, que en ocasiones también han sido vistas por el barrio de San Lorenzo, como por los demás de la ciudad histórica (la que tanto gusta a los turistas), y también en las periferias, donde están los resorts y los barrios pobres. En Sevilla quien no ha visto una ratilla no ha visto maravilla, se podría añadir, en plan de rima cutre. Pero se debe reconocer que quienes mejor las ven son los concejales del PP.

Las ratas en verano son como el cine de la Diputación: un clásico. Este cine de verano, en realidad, no es histórico, como el Santa Catalina, el Ideal, el Miraflores o el Avenida, pero salvó el honor cuando desaparecieron y abrió otra etapa. En el cine no sé si habrán visto ratas los concejales del PP, que han alertado de más de 300 denuncias, por lugares como los jardines de Cristina, la Buhaira, Celestino Mutis y Triana, entre otros rincones de la ciudad. Como se puede apreciar, las ratas sevillanas muestran tendencia a frecuentar los parques y jardines, como las cotorras. No se sabe por qué todo lo malo se junta.

La concejala popular Evelia Rincón, que ha realizado un seguimiento del raticidio, también ha alertado de las plagas de cucarachas “en los 14 mercados de la ciudad”. Tanto hablar de los mercados para gurmés, y resulta que las cucarachas se confunden con los clientes. Y, por si fuera poco, han denunciado una plaga de pulgas en el Parque de María Luisa y el entorno de la biblioteca de Felipe González. ¿Serán pulgas felipistas o pedristas?

Llegó el verano y Sevilla se convierte en una jungla urbana. Cuando no es una rata, es una cotorra, una cucaracha o una pulga. En vez del acuario, debieron montar un zoológico de plagas, como en la Biblia. Pues estas plagas siempre tienen algo de castigo bíblico. El PSOE le hablaba de plagas a Zoido en los tiempos de los 20 concejales. Y el PP se las pone en la bandeja a Espadas en los tiempos de la plácida mayoría minoritaria. Es como un castigo, que airea la oposición, para quienes han elegido unos alcaldes tan malos.

Bécquer, que era más poético, se conformaba con las golondrinas, que daban menos por saco que las ratas y las cotorras.

José Joaquín León