LA necesidad de cambiar la normativa electoral es evidente. No sólo por la investidura de Pedro Sánchez. En las elecciones municipales hemos tenido compadreos y contubernios, en según qué ayuntamientos. Algunas decisiones rechinan a las más elementales normas democráticas. El respeto a la lista más votada sólo se esgrime cuando le conviene al partido que la consigue. Mientras se cierran pactos contra natura y sin explicación, que levantan sospechas sin pruebas y a veces escandalizan. Lo más razonable sería recurrir a la segunda vuelta donde no hubiera mayorías absolutas. Así evitarían casos como el de Valencina de la Concepción, que ha sido surrealista.

En esta localidad sevillana, el resultado fue PP, 6 concejales; PSOE, 5; Adelante, 1 y Ciudadanos, 1. A ese resultado se llegó con suspense, y con moneda al aire para el último concejal, que estaba pendiente de papeletas recurridas. Hubo empate a 1.580 votos. Finalmente, la moneda concedió el escaño al PP. Con ese concejal, al candidato popular, Ramón Peña, le bastaba con repetir el modelo andaluz del pacto con Ciudadanos para convertirse en el alcalde del PP en Valencina. Un municipio que el PSOE no estaba dispuesto a perder. Y que ha mantenido, porque el candidato socialista, Antonio Suárez, consiguió el apoyo de la concejala de Ciudadanos, Susana Martín. En contra del criterio de su partido, que la ha expedientado.

Decidir un alcalde por el lanzamiento de moneda al aire, tras el empate, ya era pintoresco. Pero hubiera sido mejor jugárselo en la prórroga y los penaltis, con una segunda votación entre los vecinos de Valencina. En todo caso, lo ocurrido ha sido lamentable, porque lo primero que hizo el nuevo Ayuntamiento, encabezado por el socialista Antonio Suárez, ha sido subir los sueldos en torno al 140%, con una masa salarial de 170.000 euros. A pesar de que no había consignación para eso. A pesar de que el interventor municipal alertó de las irregularidades para aprobarlo.

Ramón Peña, candidato del PP, se quedó sin Alcaldía por culpa de la concejala de Ciudadanos. Su partido lo ha nombrado diputado provincial. El  gobierno local de Valencina ha fijado los plenos el cuarto jueves de cada mes, que es cuando tienen lugar los de la Diputación, por lo que el portavoz de la oposición no podría asistir.

Una suma de decisiones digna de un cuento de Kafka. Sin que se hayan aclarado los motivos por los que una concejala de Ciudadanos ha preferido al PSOE en Valencina, en vez de apoyar un cambio, como el que defiende su partido en la Junta de Andalucía. ¿Eso es la transparencia?

José Joaquín León