UN cardenal sevillano es un caso muy raro. No tanto como encontrarse con un ornitorrinco por la calle Sierpes, pero casi. Por eso, el nombramiento de Miguel Ángel Ayuso Guixot como nuevo cardenal ha provocado unas reacciones casi desconcertantes. Sobre todo porque es un cardenal nacido en Sevilla, cuya labor pastoral ha transcurrido lejos. No ha sido párroco de la Magdalena, ni canónigo de la Catedral, ni nada de lo que estamos acostumbrados. Ni mucho menos arzobispo de Sevilla, ni siquiera obispo de otras diócesis andaluzas. Por el contrario, el Papa Francisco ha sorprendido nombrando cardenal a un sevillano con poderes en la Curia vaticana, donde ejerce como presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Antes fue misionero comboniano, entre otras labores pastorales, diferentes a lo habitual en la archidiócesis local.

Ser cardenal y sevillano es rarísimo. Sólo se conocen cuatro casos a lo largo de la historia, sin contar al cardenal Juan Cervantes, que nació en Lora del Río. El sacerdote y escritor Carlos Ros, gran experto en estos asuntos, ha documentado la existencia de cuatro: fray Juan Laso (siglo XIV), Pedro de Deza (siglo XVI), Juan de Lugo (siglos XVI y XVII) y Nicolás Wiseman, que como su apellido indica era de familia irlandesa, pero nacido en la calle Fabiola en 1802, y que fue el primer arzobispo de Westminster. Significa que desde el siglo XIX no había sido nombrado ningún cardenal sevillano. Entendiendo por tales a los nacidos en la ciudad, y no a los que estuvieron al frente de la archidiócesis. Por ello, se le debe conceder una importancia enorme al nombramiento cardenalicio de Miguel Ángel Ayuso Guixot.

Es curioso que a este cardenal le van a aplicar lo mismo que se dice de algunos naturales de la ciudad: “Es sevillano, pero no parece muy sevillano”. Y es verdad que no ha salido de preste detrás de un paso de palio. Pero es de Heliópolis, y estudió en el colegio Claret, y ha venido de visita algunas veces. No parece tan sevillano porque es como otros que se han ido lejos. Es un especialista en el Islam. Ha sido misionero y profesor en Sudán y en Egipto. Ha desempeñado cargos en el Vaticano relacionados con el diálogo interreligioso y con los estudios árabes. Y además es políglota, habla cinco idiomas y ha escrito un libro en italiano. Es lo que ahora se llama un sevillano universal, que algunos confunden con lo poco sevillano.

Hay variadas formas de servir a Dios. En esta ciudad también puede nacer un cardenal como él. Por cierto, tiene algunas papeletas para ser papable de mayor.

José Joaquín León