NO se habla de otra cosa. Sentencia y más sentencia, a pesar de que será recurrida. Comenzó el día con un chaparroncillo, que siempre viene bien para asentar el albero y templar los nervios. La espera había sido amenizada con la oportuna filtración para los actos de la Fiesta Nacional. Es sedición y no rebelión. De modo que era como si te cuentan antes el final de la película, que por otra parte ha respondido al guión más previsible. Estar en la cárcel 13 años, como le ha correspondido a Oriol Junqueras, no es para tomárselo a guasa. Sin embargo, lo que mosquea es el cumplimiento, que ya se ha advertido que puede ser generoso (y de lunes a jueves) en poco tiempo. Las competencias penitenciarias están transferidas, y se sabía.

Hay sentencias y sentenciados. Unas más interesantes que otras. En Sevilla se sabe que detrás de la Sentencia viene siempre la Esperanza. Eso lo escribió el poeta Joaquín Caro Romero, autor también de la letra del himno macareno. Joaquín ha escrito versos que que serán siempre recordados, como los de Rodríguez-Buzón. Joaquín es la envidia de los pregoneros, por sus rimas redondas, que son de acierto garantizado, y dejan en cueros a los malos imitadores. En un pregón que transcurría con faena de aliño, sin llegar al respetable, cuando iban como tres cuartos de hora entre silencios elocuentes, el pregonero citó a Caro Romero: “Puedo ya morir. Me alcanza/ tu alondra de transparencia/ que detrás de esta Sentencia/ viene siempre la Esperanza”. Y así se llevó una gran ovación, con pluma ajena. Con pluma de armao. Con su evocación de antifaz morado y de macarena añoranza.

Esos versos han cumplido más de medio siglo (el poema se titula Señor de la Sentencia y está fechado en 1968), pero vuelven a estar de actualidad, por motivos bien distintos. Detrás de la sentencia del independentismo de Cataluña también viene la esperanza de que sirva para algo. Al menos para que no se burlen de las leyes. Porque, en estos casos, siempre aparece un esbirro que hace una morisqueta. Y también hay algún prócer dispuesto a lavarse las manos, e incluso puede ocurrir que caigan en la tentación del indulto a Barrabás.

Aunque en Cataluña hay ruidos y carreritas, es preferible aclarar las madrugadas con esperanza. Esa sentencia es diferente a la que sale de la basílica. Esa sentencia no es injusta, ni se ha adoptado para crucificar a un inocente. Esa sentencia proclama que la libertad sigue viva, y que nadie se la pasa por el arco. Así que allá ellos. En Sevilla ya aprendimos que detrás de la Sentencia viene siempre la Esperanza.

José Joaquín León