HA sido un éxito el congreso de las Academias de la Lengua Española en Sevilla. ¿Lo ven? Mejor que la gala de MTV. Estos congresos se disputan cada cuatro años, como los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. O como las elecciones generales antes de Pedro Sánchez, eso ya lo escribí. Sin embargo, Juan Espadas debería hacer una oferta para que vengan a Sevilla todos los años. Al menos, Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte, a los que siempre es un placer escuchar. La estancia ha sido de lo más productiva. Han incorporado al Diccionario (y bendecido oficialmente) algunos términos coloquiales de nuestro entorno, como capillita, besapiés, sieso y arboricidio. Ya estaba simpecado. En la próxima edición lo podrían ampliar a revirá, mudá y armao; o el uso cofrade de contraguía.

Los capillitas, una vez que han entrado en el Diccionario de la RAE sin rozar un varal, ya van a por todas. Los capillitas, desde el siglo pasado, han tenido sus propios diccionarios. Empezó Antonio Burgos con el Folklore de las cofradías de Sevilla, publicado en 1972 (todavía con Franco vivo), donde legitimó el habla de capataces y costaleros, entre otras cuestiones. Y siguió con el Diccionario Cofrade (después revisado como Diccionario Cofradiero) de Juan Carrero Rodríguez, que publicó inicialmente en 1980. En ese diccionario, que amplió en varias ediciones, no sólo aparecen palabras de uso frecuente, sino también muchas personas relacionadas con la Semana Santa. De modo que el capillita nunca ha consultado el diccionario de la RAE, que va con medio siglo de retraso.

La definición de capillita es curiosa. Combinado con sieso origina un personaje peculiar: el capillita sieso, que también existe. El concepto del sieso se ha popularizado en el Carnaval de Cádiz, donde se usa con frecuencia. El superlativo es el sieso manío, que aparece en El habla de Cádiz, un diccionario gaditano de Pedro Payán, donde se le describe como “el colmo de lo que un hombre puede ser de antipático, odioso y de mala condición o intención”. Precisa que sólo se refiere a varones. ¿No hay siesos y siesas? Anda que no.

Después de este congreso, te puedes encontrar a un capillita sieso en un besapiés, y a la puerta de la iglesia tuitear un zasca al alcalde por el arboricidio que ha cometido en esa plaza. El arboricidio también es sevillano, sobre todo en verano, cuando los de Adelante llamaban Juan Serrucho al alcalde, el mismo al que van a apoyar en los presupuestos. ¿Ya se han acabado los arboricidios? Anda que no.

Los académicos de la Lengua Española no saben a lo que se arriesgan. Si le abren las puertas a los capillitas, se van a enterar de lo que vale un diccionario.

José Joaquín León